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    | ARGENTINA 
      Y BRASIL EN EL SISTEMA DE RELACIONES INTERNACIONALES |   
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    |   | Ediciones Nueva Visión 
      SAIC, 1973. 
 Colección Fichas
 Dirigida por Guillermo Rabinovich
 |  
   
    | Una interpretación del sistema de las relaciones internacionales 
        del Brasil |  
   
    |   | Publicado en Foro Internacional, 
      enero-marzo 1969, pp. 298 y ss. Versión revisada y actualizada para 
      este libro. El artículo publicado en Foro Internacional era una versión 
      revisada, ampliada y actualizada hasta 1967 de un trabajo presentado en 
      el semestre de octubre 1965-66 en el seminario posgraduado de Relaciones 
      Internacionales de la Universidad de Cornell, a cargo del profesor John 
      W. Lewis, a quien agradezco sus valiosas observaciones, formuladas en ocasión 
      de la primera versión. Agradezco igualmente los comentarios de los 
      señores Eldon Kennworthy, Antonio Cándido y Hélio Jaguaribe, 
      aunque establezco mi responsabilidad absoluta por las ideas aquí 
      expuestas. 
 
 El bienestar sustancial del estado es su bienestar como un estado 
        particular en sus intereses y situación específicos y en 
        sus no menos especiales asuntos externos, incluyendo sus estados particulares 
        de relaciones. Su gobierno es por tanto una cuestión de sabiduría 
        particular y no de Providencia universal.  (Hegel, Filosofía del derecho, traducción de Knox, párrafo 
        337). |  
   
    | 1 En este artículo intentaremos analizar la política externa 
        del Brasil considerada como sistema, empezando por aceptar como hipótesis 
        de trabajo la definición de Easton de un sistema político: 
        "interacciones a través de las cuales valores dotados de autoridad 
        son establecidos para una sociedad." [1] Aceptaremos también 
        la utilidad de esa definición para el estudio del sistema de las 
        relaciones internacionales que se diferencia de los sistemas políticos 
        nacionales "únicamente por el hecho de que las unidades componentes 
        del sistema internacional consisten en grandes y poderosos subsistemas 
        que integran los sistemas políticos nacionales y los agrupamientos 
        regionales de éstos. [2] El análisis pretende abarcar tres 
        niveles: el .general, el regional y el nacional y mostrar las relaciones 
        existentes en estos tres niveles. La tónica en el estudio de tales 
        relaciones será el sistema político nacional hasta el fin 
        del gobierno del presidente Castello Branco, con especial atención 
        para las relaciones Brasil-Estados Unidos dentro del esquema de la bipolaridad 
        ruso-norteamericana.  Dadas estas definiciones, cabe decir que para un entendimiento adecuado 
        de las relaciones actuales entre Brasil y Estados Unidos se hace necesaria 
        una apreciación del desarrollo histórico de las mismas. 
        Este punto de vista se justifica porque las relaciones entre los dos países 
        se iniciaron antes de la propia independencia del Brasil, y ciertas tradiciones, 
        costumbres e intereses se crearon e institucionalizaron pasando a justificar 
        las políticas, no obstante que el fundamento objetivo y racional 
        de las mismas ya hubiese desaparecido.  La política exterior del Imperio debe ser estudiada en dos niveles 
        de análisis: el de sistema internacional y el de subsistema regional. 
        En relación al primer nivel, se podría decir que el Imperio 
        intentó una política independiente, jugando con las grandes 
        potencias con objeto de defender su soberanía. A pesar de estar 
        dominado por las potencias europeas, el sentimiento general era el de 
        la evasión de este dominio, tanto que después de la terminación 
        del tratado con Inglaterra, en 1844, no se firmaron, por regla, tratados 
        con naciones más fuertes. [3] Evidentemente los resultados de esta 
        política no fueron perfectos y una pequeña alteración 
        en la situación mundial o regional podía traer consecuencias 
        indeseables. Quizás el célebre "caso Christie", 
        según opinan algunos autores, asumió tal gravedad porqué 
        Estados Unidos, inmerso en la guerra civil, no estaba actuando en el escenario 
        mundial y regional. [4] Entre tanto, parece lícito concluir que 
        el dominio inglés no fue tolerado pacíficamente y que el 
        país, en la medida de lo posible, reaccionó y defendió 
        su independencia.  En relación al segundo nivel, la cuestión del subsistema 
        regional, el Imperio practicó una política de equilibrio 
        de poder con el objeto de impedir supremacías, sobre todo la de 
        la Argentina, y en este sentido deben ser entendidas las intervenciones 
        en la región platense. Es útil destacar que básicamente. 
        el subsistema regional de la política exterior del Imperio fue 
        la América del Sur. Es válido decir que aquello que hoy 
        se entiende como subsistema regional, esto es las Américas, estaba 
        dividido en varios sistemas, la mayor parte de ellos del tipo de equilibrio 
        de poder y. cada uno con su centro de gravedad. [5] El Brasil estaba en 
        un centro que no incluía a Estados Unidos y es por eso que las 
        relaciones con este país son, en este período, de difícil 
        conceptualización, pues desde el punto de vista teórico 
        se trata de las interacciones entre diversos subsistemas regionales; interacciones 
        que solamente después dieron como resultado un subsistema regional 
        único, que en aquella época solamente se esbozaba.  La proclamación de la República no alteró inmediatamente 
        la política exterior del Brasil porque no implicó un cambio 
        sustancial en la estructura social y en el sistema político nacional, 
        ya que las modificaciones de los sistemas regionales e internacionales 
        todavía no habían ocurrido. Las modificaciones se verificaron 
        algunos años después, en la época de la gestión 
        del Barón de Río Branco (1902-1912). Río Branco comprendió 
        la creciente importancia de Estados Unidos y hábilmente la encauzó 
        al servicio del Brasil. Río Branco percibió que Estados 
        Unidos estaba expandiendo su zona de influencia diplomática y económica, 
        y que la alianza Brasil-Estados Unidos, dentro de un subsistema regional 
        extendido para abarcar las tres Américas, serviría tanto 
        para consolidar las fronteras nacionales (posición dentro del subsistema 
        anterior) [6] como para aminorar la influencia europea (mayor autonomía 
        en relación al sistema internacional). De hecho, la alianza, dentro 
        de un subsistema mayor, permitió a Río Branco acrecentar, 
        en varias ocasiones, el apoyo norteamericano mediante sus inteligentes 
        maniobras diplomáticas y sus sólidos argumentos jurídicos, 
        solucionando en esta forma el problema de las fronteras del Brasil' y 
        superando los problemas de, poder en la región del Plata; hasta 
        entonces los que más habían preocupado a la diplomacia imperial. 
        [7] Simultáneamente, Río Branco no descuidó el interés 
        general de América Latina, pues intentó refrenar el carácter 
        unilateral de las intervenciones norteamericanas, sobre todo en la América 
        Central -fundadas en la doctrina Monroe- al proponer la multilateralidad 
        de esta doctrina que, según él, debería ser incorporada 
        al Derecho Internacional Público Americano para ser aplicada a 
        través de la acción conjunta de las principales repúblicas 
        del continente.8 Conforme se demuestra, Río Branco, ayudando a 
        Estados Unidos a consolidar su subsistema regional americano, ayudó 
        a Brasil a consolidar sus fronteras y posiciones en este mismo subsistema, 
        y no descuidó el interés a largo plazo del Brasil, al proponer 
        un control multilateral en aquello que antes era exclusivamente un fundamento 
        para una injerencia unilateral. Por otra parte, es innegable que la americanización 
        de la política externa del Brasil fue una forma de disminuir la 
        influencia inglesa y, por lo tanto, de conceder mayor autonomía 
        al Brasil dentro del sistema internacional, que en aquella época 
        continuaba siendo el concierto europeo.  La americanización de la política externa brasileña, 
        después de la gestión Río Branco, se consolidó 
        con el transcurrir de los años, sobre todo después de la 
        primera Guerra Mundial, cuando decreció la hegemonía económica 
        de Inglaterra y Estados Unidos pasó a ser el factor fundamental 
        de la balanza de pagos brasileña. Es comprensible, por tanto, que 
        a esta altura, la participación del Brasil en el sistema internacional 
        -que hasta el fin de la segunda Guerra Mundial se hallaba concentrado 
        en Europa- disminuyera y tuviera un carácter más ornamental 
        que real. [9] Por otro lado, se percibe la importancia del subsistema 
        interamericano para la propia vida económica del país. La 
        política de la "Buena Vecindad" de Roosevelt mitigó 
        ciertos recuerdos desagradables en América Latina, y en cuanto 
        Brasil permaneció sustancial mente como un país agrícola, 
        exportador de materias primas e importador de productos manufacturados, 
        con una estructura social no diversificada, las élites dirigentes 
        mantuvieron, por inercia y conveniencia, la política exterior del 
        Brasil ligada a Estados Unidos. [10] 2 El fin de la segunda Guerra Mundial señaló el colapso del 
        antiguo sistema internacional. Si quisiéramos utilizar el sistema 
        de Eaton y sus medidas, diríamos que cambió la, comunidad 
        política -que de europea pasó a ser verdaderamente internacional-, 
        cambió el régimen -de balanza de poder a bipolaridad- y 
        cambiaron las autoridades; caracterizando estos cambios todo el inicio 
        de una nueva fase de auténtica universalización de la historia 
        de la humanidad. [11] Las autoridades, esto es, Estados Unidos y Rusia, 
        dividieron el mundo en zonas de influencia irrefutable y zonas de influencia 
        discutible. América Latina fue evidentemente sometida a Estados 
        Unidos en la primera categoría y la formalización del sistema 
        interamericano en la década de 1940, a partir del Acta de Chapultepec, 
        tiene este sentido y se contrapone a la influencia soviética en 
        la Europa Oriental. [12]
 El Brasil, que participó en la segunda Guerra Mundial del lado 
        aliado, integrando el sistema interamericano liderado por Estados Unidos, 
        aceptó la tarea a él en-, comendada por la división 
        del mundo en zonas de influencia, desempeñando el papel, tanto 
        en el área interamericana como en la esfera internacional, de defensor 
        de los intereses norteamericanos en el conflicto Este-Oeste. Ejemplos 
        de esta empresa en el sistema regional pueden ser encontrados en la participación 
        del Brasil en la conferencia de Caracas de 1954, que decidió el 
        caso de Guatemala, y en el sistema internacional a través del comportamiento 
        electoral en la ON U hasta el inicio de la década de 1960. Este 
        papel fue conceptual mente reforzado con el correr de los años 
        por la ideología de los militares entrenados en Estados Unidos. 
        Estos juzgaban -y muchos todavía lo hacen- la situación 
        mundial en términos geopolíticos e incluían la función 
        de los ejércitos nacionales latinoamericanos en este contexto como 
        fuerzas auxiliares y de sostén de Estados Unidos en una eventual 
        guerra con la URSS. En el decir del general Golbery do Couto e Silva: 
        "Es que, para nosotros, pueblos de esta otra América aún 
        embrionaria y en lucha con la miseria y el hambre, la garantía 
        suprema de la redención es el sentido de las responsabilidades 
        propias en la defensa del Occidente." [13] Esta orientación 
        general, que transforma la política exterior del Brasil en un reflejo 
        deliberado de las posiciones norteamericanas, es una consecuencia del 
        desarrollo del sistema internacional y fue pacíficamente completada 
        durante muchos años. Entre tanto, sobre todo a partir de la segunda 
        mitad de la década del 50, comenzaron a surgir dudas sobre la conveniencia 
        de esta línea, principalmente por parte de aquellos que abogaban 
        por una mayor dosis de autonomía para el Brasil en el sistema regional 
        e internacional. Una comprensión clara de los argumentos invocados 
        exige que se inicie con una investigación de los cambios del sistema 
        político nacional para examinar a fondo sus posibles relaciones 
        con los otros dos niveles de análisis, conforme al objetivo metodológico 
        de este artículo.
 3 El sistema político del Brasil tradicional se expresaba en una 
        estructura social muy sencilla: los señores y los esclavos. Las 
        clases medias, que comenzaron a surgir en el siglo XIX como consecuencia 
        de una urbanización incipiente, carecían de papel en la 
        vida económica de un país agrícola que tenía 
        como base la gran propiedad rural. A pesar de esta carencia de función 
        económica, pero dado que tenían derechos políticos, 
        se hacía' necesaria la absorción de estas clases medias 
        en el proceso político, y al mismo tiempo la creación de 
        fuentes de trabajo para sus miembros. Este doble objetivo fue alcanzado 
        por los procesos clientelísticos, en aquello que Hélio Jaguaribe 
        denominó el "estado cartorial". Esto significa, en pocas 
        palabras, que las élites dominantes absorbieron a la clase media 
        en la Administración pública que funcionaba para otorgar 
        legitimidad al sistema. [14] La tareas prácticas de esta burocracia 
        eran de pequeño alcance y limitadas a las necesidades de un país 
        que exportaba café y azúcar, y que tenía una superestructura 
        monárquica constitucional, democrática solamente en relación 
        a una pequeña minoría. [15]  En un lento proceso que comienza con la abolición de la esclavitud 
        y con la consecuente formación de un incipiente mercado consumidor, 
        la industrialización fue determinando modificaciones en el sistema 
        político. Las guerras de 1914-1918 y de 1939-1945, y sobre todo 
        la gran depresión de la década del 30 fueron factores exógenos 
        que, a través de la disminución forzosa de la importación, 
        aceleraron la industrialización, pues permitieron que la industria 
        local se consolidara sin la presión de la concurrencia extranjera, 
        sosteniéndose simultáneamente en este proceso el nivel de 
        la demanda. [16] Las vicisitudes de este fenómeno y su impacto 
        en el sistema político son muy complejos para ser enumerados aquí. 
        Sin embargo, se puede afirmar en términos generales, que la industrialización 
        amplió las bases del sistema político, dada la incorporación 
        de diversos grupos que hasta entonces no participaban del mismo. [17] 
        Esta ampliación, a su vez, imposibilitó el mantenimiento 
        del sistema tradicional, pues no había recursos para satisfacer 
        una clientela potencialmente tan numerosa. El debilitamiento de la importancia 
        de la política de clientela, que hasta hoy persiste con mayor o 
        menor intensidad en diversas áreas, de acuerdo con el grado de 
        desarrollo económico, ha traído consigo una política 
        ideológica y una política popular [18] y éstas, desafiando 
        los liderazgos tradicionales, provocaron también su política 
        exterior. Analicemos con mayor cuidado y detalle los argumentos que comenzaron 
        a presentarse. Durante mucho tiempo, y por mecanismos peculiares de la 
        economía brasileña que los sostuvieron (defensa del precio 
        del café, tasa de cambio, etc.), los intereses de las élites 
        tradicionales, exportadores de café para Estados Unidos, fueron 
        pacíficamente confundidos con el interés general. A partir 
        de un determinado momento, sin embargo, la burguesía industrial 
        alcanzó una cierta importancia -importancia ligada a la expansión 
        del mercado interno- y pasó a exigir proteccionismo aduanero y 
        recursos para la importación de equipo, reivindicaciones que entraban 
        en conflicto con el interés de los exportadores. Estas exigencias 
        fueron atendidas a través de la transferencia de recursos del sector 
        exportador al sector industrial, lo que también ocasionó 
        el fortalecimiento del nuevo sector que pasó a ejercer mayor influencia 
        en el proceso político. Mientras las élites tradicionales 
        tenían interés en el mantenimiento del Brasil como país 
        exportador de materias primas y comprador de bienes manufacturados, como 
        condición necesaria para la persistencia de su liderazgo político, 
        la burguesía industrial quería una mayor independencia económica 
        del país a través de la industrialización. Ahora 
        bien, a la burguesía industrial se sumó el proletariado 
        urbano ya incorporado al proceso político por la industrialización 
        existente, proviniendo de ahí la teoría del desarrollo combinado 
        por la unión de los trabajadores y los sectores industriales. En 
        realidad éste es el as-pecto más positivo que la alianza 
        PTB (Partido Trabalhista Brasileiro)-PSD (Partido Social Democrático) 
        históricamente asumió, [19] sin que eso implique un desconocimiento 
        de formas cartorial-clientelísticas en ambos partidos, y en la 
        propia alianza. Si a eso se agrega que el proletariado urbano es constantemente 
        aumentado por una continua migración interna de los campos y que 
        esta migración es válvula de seguridad para el sistema político, 
        pues transfiere personas de una sociedad cerrada potencial mente revolucionaria 
        -como en el Brasil rural del Nordeste- a una sociedad abierta donde los 
        sindicatos actuaban libremente -como era el Sur del país-, [20] 
        y si además se recuerda la tasa de crecimiento demográfico 
        y la necesidad imperiosa de nuevos empleos, se comprende el impacto y 
        la irreversibilidad que caracterizó la política de desarrollo 
        económico. Cabe también recordar que esta irreversibilidad 
        fue facilitada por el hecho de que el desarrollo del sector ex portador 
        tradicional dependía de estímulos del mercado internacional, 
        estímulos que surgieron y que mantuvieron el nivel absoluto de 
        renta del sector, una vez que la existencia de una frontera agrícola 
        inexplorada tornó posible, sin conflicto excesivo, el crecimiento 
        concomitante del sector agrícola-exportador y del sector industrial. 
        [21]  La situación creada por este proceso de expectativas crecientes 
        provocó tensiones, y las relaciones Brasil-Estados Unidos, confinadas 
        a un campo político exclusivamente formal, fueron debilitadas por 
        conflicto; económico-sociales que en aquel nivel no encontraban 
        solución pues no abarcaban formas de cooperación económica 
        capaces de resolverlas. Aun más, el Brasil y la América 
        Latina, bajo la presión de estos problemas, sentían también 
        que Estados Unidos los consideraba como aliados seguros, y en vista de 
        eso el tratamiento dado era de una cooperación más bien 
        marginal en comparación con la poi ítica norteamericana 
        en Europa y en Asia. [22] El gobierno de Kubitschek, que marcó 
        una época dorada en el desarrollo industrial y político 
        del Brasil, formuló sus restricciones al funcionamiento del sistema 
        regional interamericano a través de la Operación Panamericana 
        (OPA.) En síntesis, la operación aseveraba que a pesar de 
        estar ligados a Estados Unidos por la fidelidad al régimen democrático, 
        este nexo en el campo exclusivamente político era francamente insatisfactorio. 
        Era insatisfactorio porque, en los términos del Aide-Memoire del 
        gobierno brasileño, del 9 de agosto de 1958, presentado a las Misiones 
        Diplomáticas de las Repúblicas Americanas: "... la 
        lucha por la democracia se identifica con la lucha contra el estancamiento 
        y el subdesarrollo. El subdesarrollo reinante en este Hemisferio compromete 
        moral y materialmente la causa que defendemos. Zonas subdesarrolladas 
        son zonas abiertas a la penetración de ideologías anti-democráticas. 
        La batalla de Occidente es, bajo muchos aspectos y en todas sus implicaciones, 
        la lucha por el desarrollo. Las ideologías materialistas se alimentan 
        de la penuria y de la miseria, de donde se originaron; el combate de éstas 
        constituye el único camino seguro para el efectivo combate de aquéllas". 
        [23] Una vez que la industrialización ampliaba las bases del sistema 
        político, un número cada vez mayor de demandas se incrustaban 
        en el sistema político y éstas exigían soluciones 
        que sólo una tasa mayor de industrialización podría 
        generar. Consecuentemente, las relaciones Brasil-Estados Unidos, y en 
        el sentido más amplio Estados Unidos-América Latina, debían 
        abarcar niveles económicos y sociales hasta entonces relegados 
        a segundo plano. En verdad, como dijo en San José de Costa Rica 
        el ministro de Relaciones Exteriores del Brasil, Horacio Lafer, en la 
        VII Reunión de Consulta de los Ministros del Exterior, el 23 de 
        agosto de 1960: "América continuó marchando sobre un 
        solo pie, la solidaridad política, mientras que el otro, el de 
        la cooperación económica, se atrofiaba cada vez más." 
        [24]  Por cooperación económica se entendía lo siguiente: 
       a) Ayuda tecnológica y económica de gobierno a gobierno 
        en una acción multilateral conjunta, a realizarse en la OPA. El 
        Brasil consideraba, consideración con la cual Estados Unidos 110 
        concordaba, que los capitales públicos eran decisivos para el desarrollo 
        económico de América Latina en aquella fase del proceso 
        económico. Esto no significaba prevención en relación 
        a la inversión privada extranjera; por lo contrario, era simplemente 
        una constatación de que ciertas inversiones en la infraestructura 
        económica del país no atraerían capital extranjero, 
        sin hablar del hecho de que su volumen sería insuficiente. En las 
        palabras del presidente Kubitschek: "La mayor importancia debe ser 
        atribuida al aumento de volumen de inversiones, provenientes de capitales 
        públicos, según establece el segundo de los temas propuestos. 
        De esto dependerá en último análisis la materialización 
        de la Operación Panamericana, la cual condiciona la solución 
        de los grandes problemas de América Latina a la aplicación 
        masiva de capitales en volumen imposible de ser provisto por inversiones 
        privadas." [25] 
 b) El problema del deterioro de los términos de intercambio, de 
        materias primas y de productos agrícolas, en virtud de que la inflexibilidad 
        de la demanda internacional por este tipo de artículos provocaba 
        serias dificultades a los países latinoamericanos. [26] En función 
        de estas dificultades el Brasil deseaba estudiar, a -pesar de la indiferencia 
        norteamericana, alguna forma de estabilización de los precios de 
        estos productos, pues como argumentaba el embajador Augusto Federico Schmidt: 
        "No hay duda, hoy en día, de que la desaparición o 
        la reducción de la inestabilidad de los mercados internacionales 
        para productos primarios representarían una gran contribución 
        para la aceleración del desarrollo económico de los países 
        subdesarrollados". [27] De hecho, en el caso del Brasil los productos 
        agrícolas son las exportaciones más importantes del país. 
        Esto no significa que el sector de exportación agrícola 
        sea el responsable del aumento de la renta nacional más importante 
        de la economía, brasileña. Significa que se trata de un 
        sector que provee las divisas para la importación de equipo, condición 
        indispensable para la industrialización. [28] Además, dicho 
        sea de paso, el tema del deterioro de las condiciones de intercambio era 
        tan urgente que el Brasil inició relaciones comerciales con la 
        URSS en una tentativa por diversificar la concentración geográfica 
        de sus mercados, rompiendo simbólicamente en esta forma su relación 
        exclusiva con el Occidente. El lema era "Donde haya cliente posible 
        para el Brasil, ah í estará diligente la sección 
        económica del Ministerio de Relaciones Exteriores". [29] 4  Resumamos los argumentos presentados hasta este momento. Los conflictos 
        económico-sociales de un país en desarrollo, como el Brasil, 
        en la época de Juscelino Kubitschek se comunicaron al sistema poi 
        ítico nacional. Esto introdujo tensiones en el campo internacional 
        dentro de la órbita tradicional de la política exterior 
        del Brasil, después de Río Branco; esto es, dentro del sistema 
        interamericano. Como ilustración de la manera a través de 
        la cual se enfrentó el conflicto Norte-Sur dentro de la esfera 
        regional cabe mencionar la insistencia brasileña y latinoamericana, 
        que terminó victoriosa, en la creación de un Banco Interamericano 
        de Desarrollo, como forma de resolver el problema de los capitales públicos 
        30 y en la intecgración regional, por intermedio de la ALALC, como 
        medio de promover los intereses de América Latina subdesarrollada 
        en relación a Estados Unidos. [31] La respuesta del sistema interamericano 
        tardó en ser formulada y fue posiblemente el choque de la. Revolución 
        Cubana lo que permitió las más amplias concepciones de la 
        Alianza para el Progreso del presidente Kennedy. ¿Cómo se 
        explica entonces el desdoblamiento de la Operación Panamericana 
        en la política externa independiente de los presidentes Quadros 
        y Goulart, ya que la Alianza para el Progreso había sido creada 
        para atender las reivindicaciones económicas latinoamericanas? 
        Una de las razones importantes parece derivar del hecho de que la Alianza 
        para el Progreso tuvo un origen análogo al del Plan Marshall. [32] 
        Sin embargo, aunque la Alianza hubiera sido un nuevo modelo de este Plan, 
        aun así no tomaba con la debida consideración la diferencia 
        esencial existente entre América Latina y la Europa de la posguerra. 
        Europa poseía cuadros técnicos y estructuras políticas, 
        le faltaba capital. América Latina carecía de cuadros técnicos, 
        estructuras políticas y capital. Por lo tanto, el desarrollo económico 
        a efectuarse únicamente dentro de los límites de la Alianza 
        para el Progreso reforzaría la dependencia del Brasil en relación 
        a Estados Unidos, sobre todo tomándose en consideración 
        la problemática tecnológica. De hecho, el proceso social 
        a través del cual se efectúa la renovación tecnológica 
        en Estados Unidos puede ser explicado, conforme al análisis de 
        Celso Furtado, como una lucha entre los trabajadores y la élite 
        industrial por la participación en el producto social. En la medida 
        en que aquéllos presionan para aumentar su participación, 
        ésta, porque detenta la orientación del control y de la 
        renovación tecnológica, amortigua esta presión introduciendo 
        técnicas cuyo objetivo es el ahorro de mano de obra. En este proceso 
        se amplía la economía del país, pues los avances 
        técnicos no se concilian Con una economía estancada y por 
        lo tanto esta dinámica beneficia a todos. [33] La técnica 
        es por lo tanto un factor de estabilidad. En los países periféricos 
        la técnica viene de fuera; escapa a un control interno. A pesar 
        del carácter inevitable de este fenómeno, no es posible 
        negar que en las economías subdesarrolladas, con abundancia del 
        factor trabajo, la tecnología que ahorra la mano de obra y que 
        requiere una alta tasa de inversión (capital) puede no ser la solución 
        óptima. [34] En vista de esto, la tentativa de diversificación 
        multilateral de las fuentes proveedoras de tecnología, aunque produzca 
        únicamente resultados de incrementación, es deseable y justifica 
        la inquietud en relación al exceso de dependencia. El nacionalismo, 
        que fue la ideología aglutinadora de la industrialización, 
        al no admitir esta línea de dependencia terminó deseando 
        amortiguar la problemática tecnológica. Siendo así, 
        la política exterior del Brasil buscó, en el decir del ministro 
        Santiago Dantas, universalizarse. [35]  A esta altura del análisis cabe enfatizar la categoría 
        del nacionalismo como una categoría fundamental para los tres niveles 
        de análisis de este artículo. Para el sistema político 
        nacional fue el nacionalismo el factor de aglutinación a través 
        del cual todas las clases fueron movilizadas para la promoción 
        del desarrollo económico; consecuentemente, el quebrantamiento 
        de una estructura política construida bajo su égida intensificaría 
        el conflicto social y de esta manera impediría aquel mínimo 
        de estabilidad que es necesario para el continuo desarrollo económico. 
        Para el sistema regional e internacional el nacionalismo fue el medio 
        diplomático ideal para la consecución de los objetivos del 
        sistema político nacional. Liska desarrolla este argumento de orden 
        teórico cuando examina la forma de la diplomacia dogmático-formal-nacionalista, 
        que él considera capaz de crear la intención del mantenimiento 
        de prestigio y, por lo tanto, adecuada para países que teniendo 
        que afirmar su "status" tienen también necesidades y 
        derechos que chocan con los de las grandes potencias. El razonamiento 
        se aclara con las ideas de De Gaulle que Liska sintetiza de la siguiente 
        manera:  "La posición nacionalista, ejemplificada por De Gaulle, tiene 
        dos premisas básicas; la primera afirma que la ideología 
        de cooperación entre aliados es un tenue disfraz que procura esconder 
        los impulsos hegemónicos del aliado o de los aliados más 
        fuertes; la segunda sostiene que la subordinación a los aliados 
        equivale a la servidumbre impuesta por el enemigo. Las premisas dictan 
        la conclusión: la lucha con el adversario no puede oscurecer el 
        deber de autoafirmación dentro de la alianza". [36]
 De las consideraciones anteriores -y la cita del punto de vista de De 
        Gaulle es importante porque ejerció una influencia intelectual 
        directa en la formulación de la política exterior independiente- 
        [37] la conducción política brasileña extrajo algunas 
        conclusiones que pueden ser precisadas de la siguiente forma. En primer 
        lugar, para continuar la tradición de Río Branco, debería 
        seguirse el espíritu que guió sus acciones políticas 
        y no las acciones propiamente dichas; éstas fueron concebidas para 
        situaciones diferentes en todos los otros niveles de análisis pero 
        con el objetivo de salvaguardar la autonomía del Brasil. Por lo 
        tanto, si se quería mantener la autonomía brasileña 
        deberían ser ideadas nuevas políticas para, enfrentar situaciones 
        diferentes. En segundo lugar, y como consecuencia de lo que se señaló 
        anteriormente, la tentativa de actuar autónomamente dentro del 
        sistema regional sería impracticable tomando en cuenta la presencia 
        hegemónica de Estados Unidos. Consecuentemente, Brasilia debería 
        actuar no solamente en el sistema regional sino también en el internacional 
        porque, como señalaba el ministro Alonso Arinos, la ONU es un mejor 
        campo de actuación que la OEA.38 En otras palabras, el país 
        resolvió aprovechar las ventajas de la bipolaridad para aumentar 
        su poder de cambio y de esta manera retener la posibilidad de autodeterminarse. 
        A las eventuales ventajas económicas de las relaciones comerciales 
        con el bloque soviético el Brasil procuró agregar también 
        ventajas políticas. Esta decisión, de carácter político, 
        fue posible porque la industria y los intereses extranjeros en Brasil, 
        principalmente los norteamericanos, a pesar de ser cuantiosos no detentaban 
        el control de la economía. Importantes sectores de la industria 
        privada pertenecen a brasileños y el gobierno domina sectores estratégicos 
        como el petróleo y el acero, además de ejercer controles 
        institucionales indirectos en la vida económica del país.
 La posición del Brasil, al inicio de la política exterior 
        independiente, puede ser explicada en los siguientes términos: 
        el equilibrio atómico vuelve improbable la guerra a gran escala, 
        y las categorías de persuasión por parte de Estados Unidos 
        y de la Unión Soviética y la de subversión por parte 
        de los países subdesarrollados son categorías con las cuales 
        se puede, según Raymond Aron, organizar conceptualmente las relaciones 
        internacionales. [39] Si esto es así, los países subdesarrollados 
        deben unirse [40] para hacer del conflicto Norte-Sur -y no del conflicto 
        Este-Oeste- el tema básico del sistema internacional. Para proceder 
        así, con cierta dosis de eficacia, el Brasil debería extender 
        algunas de sus concepciones antes confinadas al sistema regional. Un ejemplo 
        sería el problema de los países subdesarrollados que no 
        podría ya limitarse a América Latina y articularse a través 
        de organizaciones regionales como la ALALC, sino extenderse en sus implicaciones 
        internacionales. Una ilustración concreta para este planteamiento 
        puede ser vislumbrada en la participación e influencia del Brasil 
        en la realización de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo 
        de la ONU en Ginebra, durante los meses marzo-junio de 1964, a la que 
        nos referiremos con cierto detalle más adelante.  Esta perspectiva, que caracteriza los gobiernos de Quadros (1961) y de 
        Goulart (1961-1964) y que es un desarrollo lógico de la política 
        exterior del gobierno de Kubitschek (1956-1960), fue abandonada después 
        de marzo de 1964. Para explicar este cambio de perspectiva es preciso 
        investigar cuál es el nivel de análisis responsable de ello, 
        lo que nos lleva al delicado y difícil problema del establecimiento 
        de las interacciones de los sistemas.  Comencemos por examinar la evolución del sistema internacional, 
        tomando la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de 1964 como ejemplo. 
        Estados Unidos y los demás países desarrollados de Occidente 
        se opusieron a ella durante mucho tiempo. La Unión Soviética, 
        que siempre la favoreció y defendió en el terreno diplomático, 
        cuando la Conferencia acabó por realizarse amortiguó sus 
        posiciones iniciales. En las palabras de un atento observador: "Sorprendentemente, 
        la actitud de los soviéticos evolucionó en el curso de la 
        Conferencia, procurando al finalizar los trabajos, la aproximación 
        con los países occidentales; en conjunto procuraron un entendimiento 
        que haría posible el acuerdo sobre diferentes asuntos." [41] 
        ¿Cómo se explicaría esta convergencia de posiciones? 
        Nos parece' que ella resulta de un interés común, de los 
        países desarrollados, en mantener a los subdesarrollados como exportadores 
        de materias primas y productos agrícolas de demanda rígida 
        en el mercado internacional. La diversificación a través 
        del desarrollo, que sería la alternativa, no conviene ni a Estados 
        Unidos ni a la Unión Soviética. De hecho, en la medida en 
        que ambas son sociedades industriales o mejor dicho dos especies de sociedades 
        industriales, los dos países tienen muchas cosas en común. 
        Raymond Aron, procediendo a! análisis comparativo de la Unión 
        Soviética y de Estados Unidos, verificó que, alcanzando 
        un cierto grado de desarrollo, la tecnología tiende a provocar 
        una cierta convergencia a pesar de las diferencias en los regímenes 
        políticos. En otras palabras, estas diferencias caracterizan solamente 
        especies de un mismo género: la sociedad del tipo industrial. [42] 
        Estas dos especies del género sociedad industrial tienen más 
        intereses en común que los que cada una tendría con géneros 
        de sociedades tipológicamente diferentes a ellas, como son las 
        de los países subdesarrollados. De ser válida esta observación 
        es fácil explicar por qué la URSS y Estados Unidos concordaron 
        con la política de coexistencia pacífica y por qué, 
        en el caso específico, procuraron entenderse en la Conferencia 
        sobre Comercio y Desarrollo. Los intereses en común y las ventajas 
        inmensas no se reducen a consideraciones de orden meramente militar o 
        estratégico pues en un conflicto Norte (desarrollados) - Sur (subdesarrollados) 
        ambas se inclinarían al Norte. [43]  Esta explicación del fenómeno adquiere contornos nítidos 
        en la segunda mitad de la década del cincuenta, esto es, después 
        de Stalin. En otras palabras, el sistema internacional evolucionó 
        de la bipolaridad rígida de la década del cuarenta, que 
        motivó el célebre artículo de Kennan, [44] hacia 
        un sistema de bipolaridad más flexible, [45] gracias a una suma 
        de factores militares (equilibrio atómico) y factores socio-económico-culturales 
        (convergencia de los dos países hacia el mismo género de 
        sociedad). Esta evolución puede ser percibida con precisión 
        a través de la aplicación de la Teoría de los Juegos 
        a las relaciones internacionales. No estamos delante de un mero conflicto 
        y, por lo tanto, no se trata de un zero sum game, esto es, de un perder 
        o vencer absoluto. Tenemos en la realidad un non zero sum game o sea un 
        juego de motivo mixto que envuelve conflicto y cooperación y en 
        el cual las decisiones son interdependientes, y el "vencer" 
        se cuenta a través del número absoluto de puntos y no del 
        número relativo de puntos de un jugador con el otro, pues los incentivos 
        se distorsionarían si el juego fuera dominado por una competencia 
        estrictamente bilateral. [46] Entre los elementos de cooperación 
        cabe mencionar el deseo de mantener el conflicto Este-Oeste como la categoría 
        básica de organización de las relaciones internacionales, 
        pues si la categoría de organización pasara a ser el conflicto 
        Norte-Sur, ambos países (EE.UU.-URSS) verían amenazadas 
        sus respectivas posiciones de poder y control. Entre los elementos de 
        conflicto está la lucha por ciertas zonas que los dos países 
        consideran de influencia discutible. Evidentemente, esta formalización 
        del orden mundial es esquemática y en la práctica es posiblemente 
        más anárquica [47] y menos obvia. Entre tanto, en términos 
        generales el esquema parece correcto, tanto que, inter olio, varios autores 
        señalan el fortalecimiento del Consejo de Seguridad de la ONU, 
        en detrimento de la Asamblea General, como un claro indicio de la cooperación 
        norteamericano-soviética. [48] Veamos la utilidad del esquema a 
        través de su aplicación a un caso concreto.  Un buen ejemplo de la evolución del sistema internacional y de 
        su impacto sobre América Latina es el caso de la crisis de 1962 
        ocasionada por los cohetes nucleares soviéticos en Cuba. [49] Se 
        comprueba en este caso cómo funcionó el sistema internacional 
        y cómo los elementos de cooperación a partir de aquel momento, 
        reforzaron las características del resto de América Latina 
        como área de indiscutible influencia norteamericana. Este acuerdo 
        tácito entre la Unión "Soviética y Estados Unidos sobre América Latina obviamente 
        redujo el poder de intercambio del Brasil en relación a Estados 
        Unidos. La reducción del poder de intercambio del Brasil no puede 
        ser compensada recurriendo a los nuevos centros que desafían la 
        bipolaridad, como Francia y China, en virtud de la distancia geográfica 
        de estos centros y de la vinculación de sus limitados recursos 
        a otras áreas. La" consecuencia de esta situación es 
        hacer depender a América Latina de la buena voluntad norteamericana. 
        Esta buena voluntad, cuando perduraban las premisas pluralistas de la 
        Nueva Frontera del presidente Kennedy, estuvo hasta cierto punto presente. 
        [50] A partir del gobierno de Johnson, en cambio, aquélla va disminuyendo 
        sistemáticamente, pues la maximización de la seguridad militar 
        norteamericana [51] se transforma en el objetivo primordial de la política 
        exterior norteamericana, como lo evidencia además la intervención 
        en la República Dominicana. Esta maximización representa 
        un fortalecimiento de los controles norteamericanos en un área 
        considerada, por el sistema internacional, de indiscutible influencia 
        estadounidense. De cierta manera podríamos llegar a decir que así 
        como el Punto IV, que era inicialmente un programa para el desarrollo, 
        se volvió inoperante como tal, en virtud de la guerra de Corea, 
        [52] la Alianza para el Progreso, a causa de las complejidades del envolvimiento 
        norteamericano en Vietnam, perdió sus posibilidades de desarrollo.
 Hasta aquí examinamos la evolución del sistema internacional 
        y las consecuencias de la misma sobre el sistema regional. Necesitamos 
        ahora arriesgar algunas consideraciones para verificar si tal evolución 
        es responsable del cambio de política exterior del Brasil, o sea, 
        si hubo, y cuándo, interacciones con el sistema político 
        nacional. Nuestro punto de vista es que el acuerdo tácito entre 
        Estados Unidos y la Unión Soviética existía por lo 
        menos a partir de la crisis de los cohetes soviéticos en Cuba, 
        por lo tanto antes del cambio en la política brasileña, 
        y que es preciso examinar las razones de orden interno del movimiento 
        de marzo de 1964 para que se entiendan las relaciones entre la política 
        exterior del gobierno de Castello Branco y la seguridad militar norteamericana. 
       Los conflictos sociales causados por la modernización del Brasil53 
        volvieron inoperante el sistema político. La tensión fue 
        agravada en el gobierno de Goulart, por el estímulo dado a nuevas 
        demandas sin la correspondiente creación de mecanismos capaces 
        de satisfacerlas. El creciente volumen y la complejidad de estas demandas 
        terminaron por saturar la capacidad del sistema, que entró en colapso 
        en virtud de la imposibilidad de procesar, expeditivamente, las informaciones 
        así recibidas, [54] generando de esta manera el movimiento de marzo 
        de 1964. Este interrumpió el flujo de demandas anulando la articulación 
        de las tensiones de diversos grupos a través de su eliminación 
        de la base del sistema político. Esta obstrucción de los 
        canales de comunicación, que es como se pueden entender, 'en términos 
        cibernéticos, los diversos actos institucionales, [55] disminuyó 
        el impacto del nacionalismo sobre las autoridades volviéndolas 
        más receptivas a los intereses de la seguridad norteamericana. 
        Es a partir de esta situación que se configura la compleja y dialéctica 
        interacción de los tres niveles de análisis.  Comencemos por examinar las implicaciones en el contexto del sistema 
        político nacional. Si internamente el impacto del nacionalismo 
        fue amortiguado, los diferentes estilos diplomáticos pasaron a 
        ser entonces alternativas posibles. Esta posibilidad, tomando en cuenta 
        las características del sistema internacional inclinaría 
        a una dependencia completa en relación a Estados Unidos, porque 
        ayuda económica y técnica son indispensables y Estados Unidos 
        sería, en este caso, el único abastecedor concebible de 
        estas necesidades. Es por eso que la política exterior del Brasil, 
        después de marzo de 1964, adoptó, en las palabras del presidente 
        Castello Branco, la siguiente orientación: "En relación 
        a Estados Unidos de América, la política externa brasileña 
        removió antes de todo, la inadmisible doctrina de posiciones ambiguas 
        y postulados. Tenemos la convicción de que el Brasil y la gran 
        nación norteamericana cruzan sus intereses económicos y 
        comerciales en el plano de una política digna y de una amistad 
        recíproca. Las características de la actual situación 
        del Brasil coinciden con los anhelos de paz del continente y, también, 
        con los fundamentos de seguridad colectiva, tan de la responsabilidad 
        de Estados Unidos." [56] Esta orientación fue reafirmada por 
        el ministro Juracy Magalhaes en los siguientes términos: "El 
        Brasil concede especial importancia a sus relaciones con Estados Unidos 
        de América, en quien reconoce al dirigente del Mundo Libre y al 
        principal guardián de los valores fundamentales de nuestra civilización." 
        [57] Este tipo de argumentos contiene, sin embargo, una contradicción 
        fundamental. El objetivo actual (1967) de la política exterior 
        norteamericana es el mantenimiento de la seguridad norteamericana mientras 
        que el objetivo básico del Brasil es el desarrollo. Es un equívoco 
        pensar que existe una convergencia fundamental de estos dos objetivos, 
        pues el desarrollo trae consigo a corto y medio plazo, inestabilidad, 
        [58] la cual es incompatible con la maximización de la seguridad 
        militar norteamericana. En vista de esta incompatibilidad, la ayuda norteamericana 
        ha de tener necesariamente el objetivo táctico de dar estabilidad 
        a la situación actual, acelerando o no el proceso en la medida 
        directa de su capacidad de influirlo. [59] El resultado será el 
        desarrollo del país por criterios extraños al mismo, subordinado 
        a un objetivo (la seguridad norteamericana) que no evalúa con agudeza 
        los problemas nacionales, pues las tensiones que fueron eliminadas -del 
        sistema político en 1964 continúan presentes en el medio 
        ambiente y no pueden ser sofocadas permanentemente sin ser resueltas, 
        bajo la pena de alcanzar un grado de ebullición capaz de amenazar 
        al futuro del régimen. [60] La falta de sincronización entre 
        el ritmo deseable para la atención de estas tensiones y el ritmo 
        necesario para la atención de los objetivos norteamericanos, que 
        constituye una opción por la seguridad a corto y a medio plazo, 
        provoca graves consecuencias. De hecho, en cuanto la seguridad norteamericana 
        exige hegemónicamente la segregación de las tensiones existentes 
        en las áreas menos desarrolladas del país [61] y el sistema 
        político brasileño mantiene obstruidos los canales de comunicación, 
        puede adelantarse la hipótesis de inmovilización de las 
        estructuras nacionales que, de prolongarse, podría provocar la 
        inviabilidad futura del sistema, por su incapacidad para procesar información 
        del medio ambiente, por la desaparición de la memoria y por la 
        destrucción de la capacidad de reorganización parcial y 
        total de los problemas, utilizando las categorías de Deutsch cuando 
        examina las probabilidades del fracaso de un sistema político. 
        [62] Es por eso que podemos decir también que la integración 
        ,latinoamericana, para ser válida, debe tener como objetivo máximo 
        evitar las probabilidades del fracaso de los sistemas políticos 
        nacionales latinoamericanos, y no servir a los intereses de la seguridad 
        norteamericana. [63] Por otro lado, la única alternativa dentro 
        del sistema político nacional para evitar esta potencialidad de 
        fracaso, es su apertura. Es decir, que en la medida en que el sistema 
        político nacional se abra y se modifique, con la debida capacidad 
        "para absorber informaciones, reincorporando en su base a los grupos 
        que fueron eliminados de la misma y extendiendo la participación 
        a los grupos que nunca participaron de ella, bajará la receptividad 
        a los intereses de la seguridad militar norteamericana.  Las implicaciones de la política exterior del gobierno de Castello 
        Branco sobre el sistema regional y el internacional también son 
        importantes. El sistema regional perdió su autonomía incipiente. 
        Esto puede ser ejemplificado si comparamos el comportamiento del Brasil 
        en la Conferencia de Punta del Este en 1962 [64] con las actitudes asumidas 
        en ocasión de la intervención en la República Dominicana. 
        Esta ausencia de autonomía hace imposible un frente común 
        de los países subdesarrollados con respecto a los desarrollados 
        en la órbita del sistema internacional. Esto conviene tanto a los 
        intereses de la Unión Soviética como a los de Estados Unidos, 
        pues esta falta de unidad del tercer mundo impide una reorganización 
        del sistema internacional en términos del conflicto Norte-Sur, 
        que permanece subordinado al conflicto Este-Oeste, permitiendo a los dos 
        países conservar sus posiciones hegemónicas. 6  Vamos a reunir y sintetizar el desarrollo de las argumentaciones para 
        obtener conclusiones:  a) Nuestra tesis es que existe una correlación entre la situación 
        política interna y la política exterior del Brasil aun cuando 
        esta última actúe en el contexto del sistema internacional 
        y del subsistema regional que le fijan los parámetros.  b) Después de Río Branco (1912), de la consolidación 
        de las fronteras nacionales y de la resolución de los problemas 
        de poder en el Plata, el Brasil permaneció pasivamente en el subsistema 
        interamericano con una participación meramente formal en el sistema 
        internacional. Los lazos que ligaban al Brasil con Estados Unidos eran 
        lazos de solidaridad política y económica vinculados a la 
        exportación del café.  e) Aun después de la segunda guerra mundial y del establecimiento 
        de la bipolaridad, esta orientación no fue modificada; de ah í 
        podremos afirmar que si los parámetros ofrecían alternativas 
        para la política exterior del Brasil, el sistema interno todavía 
        no estaba en condiciones de aceptarlas.  d) La industrialización del país, que se venía gestando 
        desde el inicio del siglo, fue adquiriendo creciente importancia y generando 
        imposiciones para el sistema político, imposiciones que desafiaban 
        los liderazgos tradicionales ligados al café. Como la industrialización 
        ya había provocado modificaciones en el sistema político 
        por la incorporación de nuevos grupos a su base, la vieja política 
        de clientela ya no tuvo más recursos para satisfacer las nuevas 
        demandas. El resultado fue una nueva coalición que presionó 
        fuertemente al sistema para que en él se operaran modificaciones 
        económico-sociales a través de un mayor índice de 
        industrialización.  e) El mayor índice de industrialización exigió, 
        entre tanto, ayuda económica y tecnológica, y Brasil injertó 
        dentro de la órbita del subsistema interamericano estas necesidades, 
        aglutinadas en el Plano de Metas, a través de la Operación 
        Pan Americana [65] Tal situación hizo ver a Estados Unidos que 
        la seguridad para América Latina era un problema interno de reforma 
        y no un problema externo de comunismo. La reacción norteamericana 
        fue retardada y sólo consolidada en la Alianza para el Progreso 
        del presidente Kennedy, después del agravamiento de la crisis cubana.
 f) La Alianza para el Progreso, al contrario del Plan Marshall en Europa, 
        no encontró en América Latina ni técnicos ni cuadros 
        en número suficiente. Si a este hecho añadimos el problema 
        de la innovación tecnológica, que escapa al control del 
        Tercer Mundo, y la presencia de grandes industrias norteamericanas en 
        el Brasil, es perfectamente comprensible cómo en este contexto 
        el proceso de desarrollo tendió a aumentar la dependencia del Brasil 
        en relación a Estados Unidos. Esta línea de dependencia 
        hería al nacionalismo que era la ideología predominante, 
        y el gobierno que controlaba -directa o indirectamente- sectores fundamentales 
        de la vida económica del país estuvo en condiciones de tomar 
        la decisión política de actuar en el sistema internacional, 
        aprovechándose de la bipolaridad existente para retener el control 
        de su capacidad de autodeterminarse.
 g) La política exterior independiente procuró crear en 
        el sistema internacional un frente único de los países subdesarrollados, 
        con el objetivo de proteger los precios de las materias primas y productos 
        agrícolas y forzar al sistema internacional a responder satisfactoriamente 
        las demandas de la industrialización. Sin embargo -y como lo demuestra 
        la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de 1964- a partir del fin de 
        la 'década de 1950, y seguramente después de 1962, Estados 
        Unidos y la Unión Soviética parecen tener más intereses 
        en común que conflictos y la línea divisoria no se manifiesta 
        Este-Oeste, sino Norte-Sur. Este es uno de los síntomas de que 
        la coexistencia pacífica se ha transformado en un non zero sum 
        game y que un acuerdo tácito entre los dos países refuerza 
        las respectivas zonas de influencia indiscutible. Este acuerdo, no obstante 
        que limita las posibilidades de la política externa independiente, 
        demuestra que ésta tuvo condiciones de persistencia, aun cuando 
        fue llevada a cabo en tiempo no del todo propicio.  h) De hecho, la probabilidad del Brasil para abandonar el bloque occidental 
        era pequeña, pero las consecuencias -dado el caso de que esta pequeña 
        probabilidad se materializara- desde el punto de vista norteamericano 
        eran graves, lo que permitió suficiente margen de maniobra para 
        la política externa independiente. Mutatis mutandis cabe la comparación 
        con los partidos europeos de extrema derecha o de extrema izquierda que 
        prácticamente sólo pueden entrar en una coalisión 
        partidista, dentro del espectro político de sus respectivos países, 
        pero que aun así han experimentado alternativas posibles con el 
        objeto de valorar su participación en la inevitable agrupación. 
        La reversión de la política exterior independiente sólo 
        ocurrió después de marzo de 1964. El movimiento de marzo 
        de 1964 fue un modo por el cual el sistema poi ítico, a través 
        de la obstrucción de los canales de comunicación, enfrentó 
        el exceso de tensión ocasionado por la saturación de demandas. 
       i) Sin sufrir las presiones políticas internas generadas por el 
        proceso de modernización y bajo la presión externa de Estados 
        Unidos que, reforzada por el acuerdo tácito, maximiza su seguridad 
        militar, el Brasil volvió a la órbita del sistema regional 
        interamericano. [66]  Expuesto lo anterior, podemos concluir que:  Los datos históricos y el análisis efectuado demuestran 
        que la bipolaridad sólo tuvo alguna importancia para el Brasil 
        durante el período de la política externa independiente. 
        Antes y después de tal período el Brasil actuó únicamente 
        dentro del subsistema' regional interamericano. Dentro de este subsistema 
        los conflictos han variado de acuerdo con las presiones internas brasileñas 
        y las presiones externas norteamericanas. Concretamente hablando, no existió 
        ninguna bipolaridad sino solamente un monopolio de influencia norteamericana. 
        Esta es la situación existente en relación al Brasil, y 
        por lo tanto es posible hacer una primera observación de orden 
        sistemático: ciertos lineamientos del sistema regional no pueden 
        reducirse a categorías del sistema internacional. De esta forma, 
        una comparación del sistema regional interamericano con otros sistemas 
        regionales debe ser analizada con cierta cautela. El hecho de que, por 
        ejemplo, el sistema regional del sudeste de Asia esté sujeto a 
        una multipolaridad y tenga sus propias características sistemáticas 
        no nos debe desorientar en un análisis de América Latina. 
        Además, dicho sea de paso, el sistema regional del Oriente Medio, 
        que siempre se supuso expuesto a un régimen de multipolaridad (URSS, 
        Estados Unidos, Inglaterra, China, Francia), en una situación límite 
        de crisis, como la ocurrida en 1967, vio su policentrismo fusionado en 
        una clara bipolaridad.  La segunda observación de orden sistemático deriva de la 
        falta de autonomía del Brasil y de América Latina en el 
        sistem4 internacional en esta fase de maximización de la seguridad 
        militar norteamericana. Esta falta de autonomía hace imposible 
        un frente común de los países subdesarrollados en relación 
        a los países desarrollados. Consecuentemente, Estados Unidos y 
        la Unión Soviética, con base en el principio de divide et 
        impera, pueden mantener el conflicto Norte-Sur subordinado al conflicto 
        Este-Oeste y de esta manera obstruir un reordenamiento básico del 
        sistema internacional.  Post-data de 1972  El presente trabajo lleva el análisis del problema tratado en 
        este libro hasta el fin del gobierno Castello Branco, de manera que cabe 
        ahora, en ocasión de esta nueva publicación, hacer una apreciación, 
        aunque sea rápida, de lo que ocurrió en el gobierno Costa 
        e Silva y de lo que está ocurriendo en el gobierno Medici. No entro 
        a examinar las nuevas características del sistema internacional 
        y del sistema regional, ya que Félix Peña y yo hemos estudiado 
        el asunto en la introducción conjunta a este libro. Deseo detenerme, 
        por lo tanto, en el examen complementario de algunas variables internas 
        que afectan al sistema nacional brasileño en la formulación 
        reciente de su política exterior.  De acuerdo con Organski, las determinantes, en el período actual, 
        del poder de un sistema nacional son el tamaño de su población, 
        su eficiencia política y su desenvolvimiento económico, 
        variables que tienen entre sí una especie de correlación. 
        [67] El colapso de la república populista en 1964 y la instauración 
        de un nuevo régimen que se inició con el gobierno Castello 
        Branco fueron resultado, conforme señalo en el presente trabajo 
        y he intentado examinar con mayores detalles posteriormente, de la incapacidad 
        en aquel momento del sistema político brasileño de convertir 
        un número creciente de demandas políticas en programas de 
        acción. En otras palabras, tratábase de un problema de ineficiencia 
        política que era en parte una consecuencia de la carencia del aparato 
        administrativo del estado brasileño para enfrentar nuevas situaciones, 
        provocadas por el agotamiento del proceso de sustitución de importaciones 
        y de sus correspondientes mecanismos de control. El nuevo régimen 
        disminuyó deliberadamente el número de demandas y, a través 
        de un proceso de concentración del poder posibilitado por la coalición 
        de fuerzas que lo instauró, orientó gran parte de sus actividades 
        a aquello que puede denominarse una modernización operacional del 
        estado y de la economía del Brasil. [68] Los resultados de este 
        proceso de modernización hicieron sentir sus efectos en los gobiernos 
        Costa e Silva y Médici, que llevaron al país a retomar en 
        forma amplia y redefinida el desarrollo económico, estando ello 
        íntimamente ligado a la ampliación de la eficiencia del 
        estado en el plano administrativo. Estos dos factores hicieron que se 
        modificase la combinación interna del poder nacional y. que el 
        país experimentase un crecimiento de poder que tornó posible, 
        y necesaria en función de la nueva combinación, una poi 
        ítica externa más vigorosa de la. que caracterizó 
        al gobierno Castello Branco, y que fuera analizada en el cuerpo principal 
        de este trabajo. Ejemplos de esta nueva orientación se encuentran 
        en la posición de Brasil frente al Tratado de No-Proliferación 
        Nuclear, así como en las objeciones que el gobierno ha formulado 
        ante las tentativas de "despolitizar" las Naciones Unidas, y 
        que constituyen claramente reacciones a las tentativas de congelamiento 
        del poder mundial, examinadas en la introducción al libro. De la 
        misma manera, las posiciones del Brasil en materia de fletes marítimos, 
        de las doscientas millas de mar territorial y de los derechos de pesca, 
        de cuotas de azúcar, de café en grano y soluble y de contaminación 
        ambiental, son ejemplos de una orientación que tiende a forzar 
        la modificación de aquello que en la introducción hemos 
        denominado la bi-segmentación del sistema internacional. [69] Sin 
        duda, estas posiciones se han tornado más visibles por el grado 
        de industrialización alcanzado en el período posterior a 
        1964 y que, permitiendo una exitosa política de exportación 
        de manufacturas, ha diversificado la pauta de las exportaciones y conferido, 
        consecuentemente, una mayor capacidad de negociación al país 
        en su esfuerzo de cuestionamiento, o al menos de inconformidad, con la 
        actual distribución internacional de recursos.  Estas observaciones permiten que se diga, a título preliminar, 
        que el funcionamiento interno del sistema brasileño después 
        del gobierno Castello Branco, y en particular la ampliación de 
        su eficiencia político-administrativa, combinada con el nuevo impulso 
        en el desarrollo económico, viene permitiendo al país una 
        mayor capacidad de resistir a las presiones del sistema internacional. 
        ¿Quiere esto decir, sin embargo, que el país está 
        claramente en el camino de poder maximizar su autonomía para controlar 
        su futuro, que es el problema central planteado en este libro? Entiendo 
        que a esta altura de los acontecimientos no sería todavía 
        posible una respuesta afirmativa, y esto debido a dos órdenes de 
        razones que paso a examinar.  La primera guarda relación con las características de lo 
        que hemos denominado en la introducción la confrontación 
        industrial Y tecnológica, es decir, el proceso de creación 
        y transferencia de recursos Y en particular de recursos tecnológicos. 
        Evidentemente, una participación efectiva en el proceso' de creación 
        de recursos tecnológico-científicos es indispensable en 
        la medida en que un país desea tener un desarrollo autónomamente 
        definido en función de sus propias necesidades de bienestar. La 
        participación del Brasil en el sistema científico tecnológico 
        mundial es, hasta el momento, nítidamente dependiente, Y la inserción 
        del campo industrial en los sectores de punta de este sistema se hace, 
        de manera predominante, por intermedio de las empresas multinacionales, 
        sea indirectamente, a través de regalías o de asistencia 
        técnica, sea directamente, a través de sus filiales.  Pese al carácter obvio de lo apuntado y a la preocupación 
        del gobierno de diversificar las fuentes proveedoras de tecnología 
        del país para atenuar el problema -y los contactos recientes con 
        el Japón, en este sentido, son sintomáticos- cabe sin embargo 
        apuntar una situación especial de la economía brasileña 
        que merece analizarse. Los gobiernos posteriores a 1964 comprendieron 
        que el debilitamiento del proceso de sustitución de importaciones 
        pasó a exigir de la economía brasileña un esfuerzo 
        de exportación de manufacturas para superar el estrangulamiento 
        externo y facilitar la continua integración de los perfiles industriales. 
        Ahora bien, a medida que una economía nacional participa más 
        activamente del comercio internacional de manufacturas, como es el caso 
        del Brasil, los condicionamientos internos de esta economía dejan 
        de tener aquella exclusividad de que gozaban en el período del 
        proceso de sustitución de importaciones. En otras palabras, la 
        apertura hacia el mercado externo implica la inserción de nuevas 
        variables y de nuevas áreas de incertidumbre que escapan mucho 
        más al control de un sistema político nacional y, en relación 
        a las cuales, los mecanismos de fiscalización y seguimiento diseñados 
        y aplicados durante el período de sustitución de importaciones 
        se revelan inadecuados. Así, por ejemplo, las decisiones de las 
        matrices de compañías extranjeras sobre localización 
        y ampliación de filiales, exportación e importación 
        de manufacturas, progreso tecnológico y otras cuestiones conexas 
        pasan a ser adoptadas teniendo en vista el parámetro establecido 
        por la economía mundial, dentro de una estrategia que puede no 
        ser la ideal para un desarrollo nacional autónomo. El cuadro que 
        se forma es de creciente complejidad, comparado con el período 
        anterior, y el que resulta de la situación actual de la economía 
        brasileña (transformación del proceso de sustitución 
        de importaciones en apertura externa) y de la dinámica de la economía 
        internacional (la concentración en forma de conglomerados) exige, 
        consecuentemente, del sistema político brasileño, una permanente 
        innovación y una continua sofisticación de sus programas 
        de acción y de los mecanismos institucionales destinados a implementarlos. 
        Es justamente la capacidad de innovación del sistema político 
        brasileño la que me parece merecer algunos reparos, y esto vincula 
        las presentes consideraciones al segundo orden de razones que deseo examinar. 
       El régimen brasileño instaurado en 1964 indudablemente 
        aumentó, conforme he apuntado, la capacidad administrativo-política 
        del país para convertir aspiraciones en programas efectivos de 
        acción, esto es, de modernizarse. En tanto, no ha encontrado todavía 
        una solución adecuada para encaminar las aspiraciones del sistema 
        político, esto es, no institucionalizó la participación 
        política, que es el otro lado de la moneda del desarrollo político. 
        Esta no-institucionalización de la participación política 
        se traduce en falta de apertura para la captación de valores y 
        reivindicaciones a través de una pluralidad de canales. Esta situación 
        implica una rigidez cuyas consecuencias pueden afectar la creatividad 
        del sistema político brasileño y, consecuentemente, su eficiencia, 
        además de reducir el "feedback" indispensable para el 
        acompañamiento y modificación de los programas de acción 
        y de sus correspondientes mecanismos de implementación a que hice 
        referencia en el parágrafo anterior. La rigidez puede disminuir 
        igualmente el stock de ideas que deben componer el actual repertorio de 
        soluciones del sistema político nacional y conducir a una cierta 
        autosuficiencia del poder, que eventualmente dificultaría un esfuerzo 
        de catalización del consenso en el contexto regional latinoamericano, 
        cuya importancia como esquema de agregación de poder en el plano 
        internacional hemos discutido en la introducción. En otras palabras, 
        y como conclusión, entiendo que la eficiencia política del 
        sistema brasileño es, a mediano plazo, un problema todavía 
        en busca de una solución, lo que no permite un juicio definitivo 
        sobre el éxito de su política externa.  |  
   
    | NOTAS [1] David Easton, A System's Analysis of Political Life, John Wiley, 
        Nueva York, 1965, p. 21.  [2] Ibidem, p. 486.  [3] José Honório Rodrigues, Interesse Nacional e Política 
        Externa, Civilizacao Brasileíra, Río de Janeiro, 1966, pp. 
        24-49 y passim; véase también: Alan K. Manchester, British 
        Preeminence in Brazil. Octagon Books. Nueva York. 1961, passim; y Nelson 
        Werneck Sodré, As racoes da Independencia, Civilizacao Brasileira, 
        Río de Janeiro, 1965.  [4] Richard Graham, "Os Fundamentos da ruptura das relacoes diplomáticas 
        entre o Brasil, e a Gra-Bretanha en 1862: A Questao Christie", Revista 
        de História, n° 49-50, Brasil, 1962, pp. 117-138, 359-402. 
       [5] Cf. Robert N. Burr, "The Balance of Power in Nineteenth Century 
        South America: An Exploratory Essay", Hispanic American Historical 
        Review, XXXV, febrero de 1955, pp. 37-60.  [6] Cf. Barón del Río Branco, O Brasil, os Estados Unidos 
        e o Monroismo, Estudos Históricos, Obras del Barón del Río 
        Branco, Ministerio de Relaciones Exteriores, Río de Janeiro, 1948, 
        vol. VIII, p. 151.  [7] Cf. E. Bradford-Burns, The Unwritten Alliance - Rio Branco and Brazilian 
        American Relations, Columbia University Press, Nueva York, 1966.  [8] Donald Marquand Rozer (ed.), The Monroe Doctrine: Its Modern Significance, 
        Knopf, Nueva York, 1965, p. 21.  [9] Hélio Jaguaribe, O Nacionalismo na Atualidade Brasileira, 
        ISEB, Río de Janeiro, 1958, p. 227. 
 [10] Para un análisis de la evolución de esta formalización, 
        véase David Green, The Containment of Latin America, Quadrangle 
        Books, Chicago, 1971.
 [11] David Easton, op. cit. (nota 1) y Raymond Aron, "L'aube de 
        l' Historie Universelle", Dimensions de la conscience historique 
        (2a, ed.), Plon, París, 1964, pp. 260-295.  [12] Isaac Dutscher, Stalin - A Political Biography, Vintage, Nueva York, 
        1960, pp. 517-518.  [13] General Gólbery Couto e Silva, Geopolítica do Brasil, 
        José Olympio. Río de Janeiro, 1967, p. 257; véase 
        también de Herick Marques Caminho, Ismael da Motta Paes y Paulo 
        Emilio Souto: "Estrategia Nacional", Revista Brasileira de Estudos 
        Políticos, n° 21, julio de 1966, p. 253. Para un análisis 
        crítico de la doctrina de la seguridad nacional véase: Celso 
        Furtado, "Brésil: de la Republique Oligarchique a l'Etat Militaire", 
        Les Temps Modernes, n° 257, octubre de 1967. pp. 590 y ss.  [14] Hélio Jaguaribe, "Política Ideológica 
        e Política de Clientela", Digesto Economico, n° 68, julio 
        de 1950, año VI; Condircoes Institucionais do desenvolvimento, 
        ISEB, Río de Janeiro, 1957; O nacionalismo na actualidade brasileira, 
        citado en la nota 9, pp. 40 y ss.  [15] Honorio Rodrigues, Conciliacáo e reforma no Brasil, Civilizacao 
        Brasileira, Rio de Janeiro, 1965.  [16] Celso Furtado, Formacao Economica do Brasil, Fundo de Cultura, Río 
        de janeiro, 1959; Desenvolvimento e Subdesenvolvimento, Fundo de Cultura, 
        Río de Janeiro, 1961, cap. VI; Raúl Prebisch, Towards a 
        Dynamic Development Policy for Latin America, 1963, E/CN, 12, 680, Rev. 
        lo  [17] Guerreiro Ramos, A Crise no Poder no Brasil, Zahar, Río de 
        Janeiro, 1961.  [18] Francisco C. Weffort, "Estado y masas en Brasil", en Revista 
        Latinoamericana de Sociología, vol. 1, n° 1, 1965, pp. 53-71; 
        "Raizes Sociais do Populismo en silo Paulo", en Revista Civilizacáo 
        Brasileira, n° 2, mayo de 1965, pp. 39-60; "Política de 
        Masas", en política e Revolucáo Social no Brasil, Civilizacáo 
        Brasileira, Río de Janeiro, 1965; Juarez Brandáo Lopes, 
        "Some Basic Developments in Brazilian Politics and Society", 
        en Eric N. Baklanoff (ed.), New Perspectives of Brasil, Vanderbilt Univ. 
        Press, Nashville, 1966; Ceiso Furtado, "Polítical Obstacles 
        to Economic Growth in Brazil", en C. Véliz (ed.), Obstacles 
        to Change in Latin America (hay vers. cast.: Obstáculos para la 
        transformación de América Latina, F.C.L, México, 
        1969),Oxford University Press, Londres, 1965. pp. 145-161; Hélio 
        Jaguaríbe, "Que e o Ademarismo", Cadernos de Nosso Tempo, 
        n° 2, enero-junio de 1954, pp. 139-149.  [19] Hélio Jaguaribe, Desenvolvimento Económico e Desenvolvimento 
        Político, Fundo de Cultura, Río de Janeiro, 1962.  [20] Celso Furtado, A Pre-Revolucao Brasileira, Fundo de Cultura, Río 
        de Janeiro, 1962.  [21] Cf. Celso Furtado, Subdesenvolvimento e Estagnacáo na América 
        Latina, Civilizacáo Brasileira, Río de Janeiro, 1966, pp. 
        63-4; Celso Furtado, Análíse do Modelo Brasileiro, Civílizacao 
        Brasileira, Río de Janeiro, 1972, passim; Carlos Lessa, "Das 
        Experiencias de Política Económica: Brasil-Chile", 
        El Trimestre Económico n° 135, julio-set. 1967, p. 474; Celso 
        Lafer, The Planning Process and the Political System in Brazil- A Study 
        of Kubitschek's Target Plan - 1956-1967, Cornell University, Ithaca, N. 
        York. Latín American Studies Program - Díssertatio'l Series 
        N° 16, junio, 1970, Cap. l.  [22] Roberto Campos, "Relacóes Estados Unidos-América 
        Latina, Uma interpretacao". Revista de Política Internacional, 
        11, 1959, pp. 24-40; Ensaios de História Economica e Sociología, 
        APEC, Río de Janeiro, 1963; pp. 143-184. Para una comprobación 
        minuciosamente documentada de esta actitud norteamericana durante los 
        años 40, cf. David Green, The Containment of Latin America, citada 
        anteriormente. 
 [23] Operacáo Pan-Americana - documental 11, Presidencia da República, 
        Río de Janeiro, 1958; pp. 100-101.
 [24] Gestao do Ministro Lafer no Pasta das Relacoes Exteriores, Imprensa 
        Nacional, Río de Janeiro, 1961, p. 100. 
 [25] Discurso pronunciado el 26 de noviembre de 1958 en el auditorio de 
        la Escuela Superior de Guerra, titulado Operacao Pan-Americana - documental 
        IV. Presidencia da República, Río de Janeiro, 1959, p. 88.
 [26] Sobre este problema, véase Raúl Prebisch, Towards 
        a New Trade Policy for Development, E/Conf, 1964, 46/3.  [27] Discurso pronunciado en Washington el 25 de noviembre de 1958 en 
        la Comisión Especial del Consejo de la OPA, titulado Operacao Pan-Americana, 
        citado en la nota 21, p. 89.  [28] Hélio Schliter da Silva, "Comércio Exterior e 
        Desenvolvimento Economico do Brasil", Revista Brasileira de Ciencias 
        Sociais, II, 1, 1962, pp. 107-156.  [29] Horacio Lafer, discurso de toma de posesión en el Ministerio 
        de Relaciones Exteriores pronunciado el 4 de agosto de 1959; véase 
        Gestao do Ministro Lafer no Pasta das Relacoes Exteriores, citado en la 
        nota 22, p. 84.  [30] Cf. Operacao Pan-Americana - documental VI. Presidencia da República, 
        Río de Janeiro, 1960 (Informe de Cleantho Paiva Leite).  [31] Véase el discurso de Schmidt citado anteriormente. Sobre 
        los orígenes de la ALALC, véase Miguel S. Wionczck) "The 
        Latin America Free Trade Association", International Political Communites. 
        Anchor Books. Nueva York, 1966, pp. 301-349.  [32] Cf. Lincoln Cordon, "Relacoes dos Estados Unidos com a América 
        Latina, especialmente o Brasil", Revista Brasileira de Politica Internacional, 
        IV, 15, pp. 13-26, 1961. También John P. Powelson, Latin America: 
        today's economic and social revolution, Mc Graw-Hill, Nueva York, 1964, 
        cap. 9. 
 [33] Celso Furtado, Subdesenvolvimento e estagnacao na América 
        Latina, Civilizacao Brasileira, Río de Janeiro, cap. 1, 1966.
 [34] Cf. John P. Lewis, Quiet Crisis in India, Anchor Books, Nueva York, 
        1964, pp. 60-61; Glaucio Ary Dillon Soares, "La nouvelle industrialisation 
        et le systeme politique brésilien", Sociologie du Travail, 
        IX, 3, 1967, pp. 314-328.  [35] San Tiago Dantas, Política Externa Independente, Civilizacao 
        Brasileira, Río de Janeiro, 1962.  [36] George Liska, Nations ín Alliance, The Johns Hopkins Press, 
        Baltimore, 1962, p. 64; véase también pp. 68-69 (la traducción 
        es nuestra).  [37] Allonso Arinos de Meillo Franco. A Escalada, José Olympio, 
        Río de janeiro, 1955, pp. 462-474.  [38] Ibid,  [39] Raymond Aron, Paix et Guerre entre les Nations, Levy-Calmann, París, 
        1962.  [40] Janio Quádros, "Brazil's New Foreign Policy", Foreign 
        Affairs, vol. XL (octubre de 1961). 
 [41] Antonio Patriota, Razao e significado da Conferencia das Nacoes Unidas 
        sobre Comércio e desenvolvimento" (Conferencia en el IBC el 
        27/7/1964 -mimeografiada-, p. 21); véase también: Irving 
        Louis Horowitz, Three Worlds of Development, Oxford University Press, 
        Nueva York 1966, pp. 164-192 y el Acta Final e Informe da Conferéncia, 
        E/Conf. 46/141, vol. 1, y Harry G. Johnson, Economic Policies Towards 
        Less Developed Countries, Londres, Allen and Unwin, 1967, especialmente 
        pp. 251-254.
 [42] Raymond Aron, Dix huit lecons sur la societé industrielle, 
        Gallimard, París, 1962 (hay vers. cast.: Dieciocho lecciones sobre 
        la sociedad industrial, Seix Barral, Madrid, 1965). 
 [43] Cf. Jaime de Azevedo Rodrígues, "A unidade do mundo subdesenvolvido 
        e o conflicto Norte-Sur", en Revista Cívilizacao Brasileira, 
        I, 1, 1965, pp.83-113; Antonio Houaiss, Barbasa Lima Sobrinho, Jayme Azevedo 
        Rodrígues, Luciano Martins y Valério Konder, "Mesa 
        Redonda: O Brasil e a America Latina na atual conjuntura mundial", 
        Politica Externa Independente, 1, 2, pp. 159-209.
 [44] Mr. X., "The Sources of Soviet Conduct", 1947, reproducido 
        en George F. Kennan, American Diplomacy - 7900-1950, University of Chicago, 
        Chicago, 1951.  [45] Cf. Morton A. Kaplan, "Balance of Power, Bipolarity and Other 
        Models of International Systems", American Political Science Review, 
        vol. LI. 1957, pp. 684-693, reproducido en James N. Rosenau (ed.), International 
        Politics and Foreign Policy (A Reader in Research and Theory), Free Press, 
        Nueva York, 1961, pp. 343-349.  [46] Thomas C. Shelling, The 5trategy of Conflict, Oxford University 
        Press, Nueva York, 1963, p. 103 (hay vers. cast.: La estrategia del conflicto, 
        Tecnos, Madrid, 1964); William A. Gamson, "Game- Theory and Administrative 
        Decision-Making", en Charles Press y Alan Arian (eds,), Empathy and 
        Ideology, Rand-McNally, Chicago, 1966, pp. 146-161.  [47] Cf. Raymond Aron, "The Anarchical Order of Power", así 
        como el informe de Stanley Hoffmann sobre el volumen de primavera de 1966 
        de Daedalus ("Conditions of World Order").  [48] Cf. Hernane Tavares de Sá, The Play within the Play (The 
        Inside Story of the UN), Knopf, Nueva York, 1966). [49] Magistralmente descrito por Arthur M. Schlesinger (h.), en A Thousand 
        Days, Houghton Mifflin, Bastan, 1965, pp. 794 Y ss. (hay vers. cast.: 
        Los dos mil días de Kennedy, Aymá, Barcelona, 1967).
 [50] Cf. Arthur M. Schlesinger (h.), op. cit., passim.  [51] Cf. Charles W. Tait, "Whatever Happened to the State Department", 
        The Nation, 13 de septiembre de 1965, pp. 134-141. 
 [52] Cf. John P. Lewis, Quiet Crisis in India, citado en la nota 34.
 [53] CL Pessoa de Morais, Sociologia da Revolucao Brasileira, Leitura, 
        Río de Janeiro, 1965.  [54] Es un caso de "content" y "volume stress", de 
        acuerdo con las categorías de David Easton; véase A System's 
        Analysis of Political Life, citado en la nota 1; véase igualmente 
        Karl W. Deutsch, The Nerves of Government, Free Press, Nueva York, 1966. 
       [55] Cf. Cándido Méndes, "Sistema Político 
        e Modelos de Poder no Brasil", Dados, vol. 1, 1966 (20 semestre), 
        p. 15. 
 [56] Discurso del 31 de julio de 1964 a los candidatos aprobados por concurso 
        a iniciar la carrera diplomática. A política Exterior da 
        Revolucao Brasileira, Ministerio de Relaciones Exteriores, Sección 
        de publicaciones, 1966.
 [57] Discurso pronunciado al tomar posesión del Ministerio de 
        Relaciones Exteriores el 17 de enero de 1966, en A Politica Exterior da 
        Revolucao Brasileira, citado en la nota 56.  [58] Melvin, Richter, "Toqueville's Contributions to the Theory 
        of Revolution; Revolutions, Atherton Press, Nueva York, 1966, tomo VIII, 
        pp. 75-121 i Samuel P. Huntington, "Political Development and Political 
        Decay" World Politics, vol. XVII, abril de 1963, pp. 386-430.  [59] Sobre el sentido táctico de la ayuda norteamericana, véase: 
        John D., Montgomery, Foreign Aid in International Politics, Prentice-Hall, 
        Nueva York, 1967, cap. 3.  [60] Cf. Celso Furtado, Estagnacao e Subdesenvolvimento na America Latina, 
        citado anteriormente.  [61] Cf. Hélio Jaguaribe, Problemas do Desenvolvimento Latino-Americano, 
        Río de Janeiro, Civilizacao Brasileira, 1967, capítulo I 
        y passim.  [62] Karl W. Deutsch, The Nerves of Government, citado en la nota 52, 
        pp. 223 y ss. 
 [63] Véanse las ponderadas formulaciones contenidas en: Factores 
        para la Integración Latinoamericana (Edición preparada por 
        el BID), México, Fondo de Cultura Económica: principalmente 
        el informe redactado por Aldo Ferrer, Eduardo Figueiroas, Hélio 
        Jaguaribe y Raúl Ruy Alvarez, pp. 12-72. Esta preocupación 
        está presente en las reflexiones europeas sobre el problema de 
        la integración; véase Pour une Politique Etrangere de l'Europe. 
        (Club Jean Moulin). Du Seuil, París, 1966, cap. II.
 [64] San Tiago Dantas, op. cit. en la nota 33, pp. 105-192. 
 [65] Programo de Metas (Informe de las actividades del Consejo de Desarrolío, 
        1958). Presidencia da República, Río de Janeiro, 1959, p. 
        31.
 [66] Humberto de Alencar Castello Branco, Mensagem ao Congresso Nacional, 
        Brasilia, 1966. En términos específicos, procurará 
        el gobierno brasileño reforzar el sistema interamericano, reformulándolo 
        para mayor eficacia de los instrumentos de seguridad del hemisferio y 
        adaptándolo a nuevas tareas impuestas por la evolución de 
        los países miembros del sistema.  [67] A.F.K. Organski, World Patines, (2a ed;), Knopf, Nueva York, 1968, 
        pp. 101-220.  [68] Cf. Celso Lafer, The Planning Process and the Political system in 
        Brazil- A Study of Kubitschek's Target Plan, 1956-1961, cit., cap. IV. 
       [69] Cf. Jorge de Carvalho Silva, "O Brasil em Frente aos Grandes 
        Problemas Políticos Internacionais Contemporaneos", Revista 
        Brasileira de Estudos Politicos, 32, Julio de 1971, pp. 9-24; Oswaldo 
        Castro Lobo, "O Brasil na Presente Conjuntura do Comércio 
        Internacional", en idem, pp. 57-81; J. A. de Araujo Castro, "O 
        Congelamento do Poder Mundial", Revista Brasileira de Estudos Políticos, 
        33, enero de 1972, pp. 7-30; Miguel Osório de Almeida, "Economic 
        Development and the Developed World, trabajo presentado al Coloquio Franco-Brasileño 
        de Relaciones Internacionales, realizado en Río de Janeiro, del 
        18 al 19 de octubre de 1971, bajo los auspicios del Instituto Brasileiro 
        de Relacoes Internacionais, Instituto Universitário de Pesquisas 
        do R. janeiro y el Centre d'Etudes de Politique Etrangere; Murillo Gurgel 
        Valente, A Batalha dos Transportes Marítimos do Brasil, Ministerio 
        de Transporte, 1971; Marina del Brasil, Mar Territorial, 2 vols., 1972; 
        Héljo Duque, A Guerra do Café Solúvel, Leitura, R. 
        de Janeiro, 1970; Amaury Morais de Maria, Diplomacia da Prosperidade, 
        Jalosi, Bauru-S. Paulo, 1969.  |  |  |  |