| Al menos tres condiciones sobresalen para una estrategia de inserción 
        internacional de la Argentina, que permita aprovechar un escenario global 
        en profunda transformación, pero cuyo balance de desafíos 
        y oportunidades, de combinación de buenas y malas noticias, de 
        ser bien interpretado, puede ser favorable al desarrollo del país. 
        Es un ejercicio de interpretación para el que se requiere identificar 
        y analizar hechos cargados de futuro, dentro del cúmulo de información 
        que a diario se produce.  Tales condiciones son,  " la creación de un entorno regional de paz y estabilidad 
        política, donde predomine la lógica de la integración 
        por sobre la de la fragmentación y el conflicto - o sea, un barrio 
        de calidad o amigable -;  " un pleno aprovechamiento de las múltiples opciones que 
        se presentan a escala global, como consecuencia del acortamiento de todo 
        tipo de distancias, no sólo las físicas, así como 
        por la creciente redistribución del poder mundial - o sea, una 
        inserción externa multipolar -, y  " un sector empresario en el país, en el que predominen visiones 
        estratégicas de largo plazo, a fin de poder proyectar al mundo 
        su capacidad, existente o a desarrollar, de producir bienes y de prestar 
        de servicios - o sea, un núcleo duro mínimo de empresas 
        con intereses ofensivos -. En cuanto a la primera condición, cabe destacar que por mucho 
        tiempo, el entorno externo regional de la Argentina estaba esencialmente 
        limitado a los países del denominado Cono Sur. En los últimos 
        años ello ha cambiado. Muchos factores están contribuyendo 
        a tal mutación, entre otros, el acortamiento de las distancias 
        físicas y la energía.  Ha vuelto a surgir América del Sur como un subsistema político 
        internacional diferenciado. Diferenciado, pero con bordes difusos, ya 
        que en muchas cuestiones no puede ser distinguido del más amplio 
        de América Latina y del Caribe.  La transición ya iniciada en el régimen político 
        de Cuba, probablemente pondrá esto en evidencia durante un tiempo 
        que incluso puede ser prolongado. Son tales bordes difusos los que explican, 
        por lo demás, el papel protagónico que en muchos casos puede 
        desempeñar México en cuestiones relacionadas con el espacio 
        sudamericano.  Hechos recientes han vuelto a poner de manifiesto la relevancia del 
        entorno externo sudamericano - incluso en su dimensión latinoamericana 
        más amplia -. Se reflejaron en la Cumbre del Grupo Río en 
        Santo Domingo, el viernes 7 de marzo y en los acontecimientos que la precedieron. 
        Se la ha calificado de histórica y esta vez sí ha merecido 
        tal calificativo - muchas veces objeto de un uso abusivo en el ejercicio 
        de las diplomacias de "efectos especiales" -.  Ha merecido tal calificativo pues contribuyó a desmantelar, al 
        menos temporalmente, un engranaje conflictivo que por ser confuso, podría 
        haber escapado al control de sus principales protagonistas, que esta vez 
        eran Colombia, Ecuador y Venezuela y, en cierta medida, también 
        Nicaragua.  El desenlace producido en esta reunión, fue en buena medida la 
        resultante de una diplomacia silenciosa de alto nivel, realizada antes 
        y durante la Cumbre, por países como la Argentina, Brasil y Chile, 
        y también por México y República Dominicana, este 
        último como país sede de la Cumbre. En efecto, en Santo Domingo el Grupo Río logró encontrar 
        su función original que es precisamente, la de ejercer una mediación 
        colectiva en la dilución y en lo posible, en la solución 
        de conflictos que envuelvan a un grupo de países de la región, 
        pero con claros efectos de derrame sobre el resto. Como derivación 
        del Grupo Contadora, su prestigio inicial se nutrió de su papel 
        relevante en el encauzamiento primero y en la solución luego, de 
        la violencia que dominaba en los años ochenta en la región 
        centroamericana. Pero el calificativo de histórico, esta vez, también ha 
        tenido que ver con la comunicación directa que la Cumbre de Santo 
        Domingo permitió entablar - aparentemente por su iniciativa de 
        su Presidente, el Jefe de Estado de República Dominicana -, entre 
        los líderes políticos allí presentes y sus respectivas 
        opiniones públicas.  Fue precisamente el hecho que una parte muy sustancial de los por momentos 
        muy duros debates, fuera transmitida en vivo y directo por los canales 
        de televisión, lo que le dio a esta Cumbre una característica 
        inédita, casi como una especie de Senado virtual latinoamericano 
        (ver al respecto nuestro artículo titulado "El valor de las 
        Cumbres para el diálogo directo entre dirigentes políticos", 
        en el diario El Cronista, del 11 de marzo 2008).  Los ciudadanos de muchos de nuestros países, pudieron observar 
        así como el arte de la conversación pacífica incluso 
        con elementos emocionales, en el decir de Andrés Ortega en su reciente 
        y estimulante libro, lograba erosionar la tendencia manifiesta a conversaciones 
        por medio de la violencia, reflejada en las invocaciones - quizás 
        más mediáticas que reales - a hipotéticos hechos 
        de guerra que hubieran envuelto a Colombia, Ecuador y Venezuela (ver el 
        libro de Andrés Ortega, "La fuerza de los pocos", especialmente, 
        sus páginas 301 y siguientes, citado más adelante en la 
        sección "Lecturas recomendadas de publicaciones recientes" 
        de este Newsletter,).  Pero también pudieron observar - en vivo y en directo, sin intermediarios 
        - exteriorizaciones de fracturas y disonancias que están por momentos 
        emergiendo en el escenario sudamericano y en el más amplio latinoamericano, 
        muchas de ellas con raíces en la historia larga de la región, 
        pero también en la más inmediata. Santo Domingo puso de manifiesto además, una de las tres posibles 
        funciones que pueden cumplir las Cumbres Presidenciales a fin de facilitar 
        que en un entorno regional determinado predomine el diálogo - aunque 
        sea duro - y la racionalidad, en lugar de la violencia.  Una función posible, es precisamente la de facilitar el desmantelamiento 
        en situaciones concretas de conflictos agudos, de marcadas tendencias 
        al predominio de la lógica de la fragmentación. Ello se 
        puede lograr gracias al alto nivel político - el máximo 
        imaginable - de los participantes en tales Cumbres. Otra función, es la de reafirmar identidades colectivas en espacios 
        geográficos o culturales diferenciados. Lo logran por el sólo 
        hecho que tales Cumbres se realicen, pero en la medida que sus conclusiones 
        no sean meramente declarativas. Es decir, en la medida que efectivamente 
        que ellas estuvieren orientadas a fijar hojas de ruta para el trabajo 
        conjunto entre países pertenecientes al respectivo espacio. Es 
        lo que puede considerarse que han logrado más recientemente las 
        Cumbres Iberoamericanas. Es el desafío que tiene por delante la 
        Cumbre ALC-UE a realizarse en mayo próximo en Lima.  Y la otra función posible, es la de brindar impulso político 
        a acuerdos regionales establecidos para la integración multinacional 
        entre dos o más países. Es el caso de las Cumbres del Mercosur. 
        Aunque de ellas no siempre sea factible percibir a simple vista, cuál 
        es el impulso político logrado.  La segunda condición a mencionar es la de la inserción 
        externa multipolar de la Argentina. Implica el desarrollo de una estrategia 
        orientada a aprovechar todas las opciones que se están abriendo 
        hoy en el mundo, especialmente, para el comercio exterior del país 
        y como fuentes de inversiones directas y de progreso técnico.   Muchos hechos reflejan en la mayoría países del mundo 
        tal estrategia multipolar. Que además suele ser daltónica. 
        Esto es, no siempre distingue colores ideológicos o culturales. 
       Es una estrategia que se vería facilitada si la Rueda Doha, de 
        ser concluida este año permitiera, además de lograr los 
        resultados previstos en su agenda, el fortalecer la Organización 
        Mundial del Comercio (OMC), como un ámbito institucional multilateral 
        global eficaz. Por el momento todo indica que será difícil 
        que la Rueda Doha concluya este año (ver al respecto Bridges Trade 
        News Digest, publicación periódica del ITSDC, vol. 12, number 
        8 , 5 March 2008). En sí mismo, ello no sería un obstáculo 
        ni algo negativo. Pero sí lo sería si trajera como consecuencia, 
        un debilitamiento del sistema de la OMC en su función de asegurar 
        reglas de juego que faciliten el comercio internacional, en condiciones 
        de igualdad de oportunidades que, a su vez, contemplen los intereses de 
        los países en desarrollo y de los que, como el nuestro, se distinguen 
        por su eficiencia en la producción de alimentos y de otros bienes 
        agrícolas.  En la agenda inmediata, la suerte de la Rueda Doha sigue ocupando un 
        lugar prioritario para los negociadores. Pero si finalmente se tornara 
        evidente que ella no pudiera concluirse este año, tal hecho podría 
        sin embargo, contribuir a lograr avances en un frente importante para 
        la diversificación de la inserción externa del país 
        - y de sus socios en el Mercosur - cual es el de las relaciones bi-regionales 
        con la Unión Europea (ver al respecto la entrevista a Gustavo Martín 
        Prada, Embajador de la Unión Europea en la Argentina, en el diario 
        Clarín, sección Economía, del domingo 2 de marzo 
        de 2008).  Tales avances podrían resultar de una decisión política 
        de revalorizar el Acuerdo Marco de Cooperación Interregional, firmado 
        por el Mercosur con la Unión Europea en Madrid en 1995. Hemos señalado 
        en otras oportunidades que tal instrumento, por cierto que aún 
        formalmente vigente, brinda elementos útiles para trazar, si así 
        se quisiera, una nutrida agenda de trabajo en el marco de sus artículos 
        11 a 18, incluso con fuerte participación de las empresas que están 
        más interesadas en los flujos de comercio e inversión entre 
        ambas regiones (ver al respecto nuestro artículo titulado "La 
        Cumbre Eurolatinoamericana de Lima", publicado en el Suplemento Comercio 
        Exterior del diario La Nación, del martes 26 de febrero de 2008, 
        así como el análisis contenido en este Newsletter del mes 
        de octubre 2007). También podría resultar de la intensificación del 
        desarrollo de las relaciones del Mercosur con economías emergentes, 
        incluyendo los países de la ASEAN, cuyas metodologías deberían 
        ser atentamente consideradas en la región (ver al respecto nuestro 
        artículo "Lo que el Mercosur puede aprender de la ASEAN", 
        publicado en el diario El Cronista, del 12 de febrero de 2008). Un reciente 
        viaje del Canciller del Brasil a Singapur y a Vietnam, apunta en tal dirección. Y, finalmente, la tercera condición es la del protagonismo de 
        empresas con intereses ofensivos. Esto es un número mínimo 
        de empresas que operan en un país y que están en condiciones 
        de trazar y sostener en el tiempo, una estrategia activa de inserción 
        internacional.  Un hecho reciente cargado de futuro al respecto, lo constituye la asociación 
        de una empresa del país, el Grupo Los Grobos (GLG), con capitales 
        brasileños a fin de ampliar la proyección de modelo de gestión 
        en el sector agrícola a ese país y a otros países 
        del mundo. Al anunciar el acuerdo, Gustavo Grobocopatel Presidente de 
        GLG señaló que "en Brasil potenciaremos compañías 
        que provean servicios para la originación de materias primas, sistemas 
        de gestión de la producción agrícola y nos integraremos 
        en las cadenas de valor de los principales granos (ver al respecto http://www.losgrobo.com.ar/newsletter_brasil.asp). Tal protagonismo empresario en la definición de las estrategias 
        de inserción externa de un país, puede ilustrarse con otro 
        hecho, como es el del reciente estudio que ha publicado y difundido en 
        su página Web, la Confederación de Industria del Brasil 
        (www.cni.org.br). En forma pormenorizada se analizan y evalúan 
        allí los intereses empresarios del Brasil en América del 
        Sur, formulándose recomendaciones concretas orientadas a incidir 
        sobre políticas públicas y estrategias negociadoras del 
        país (ver la información sobre el estudio mencionado en 
        la sección "Lecturas recomendadas de publicaciones recientes" 
        de este Newsletter). Son las mencionadas más arriba, tres condiciones sobre las cuales 
        se podrán seguir observando en el futuro, desarrollos que deberán 
        ser tenidos muy en cuenta por los empresarios del país que aspiran 
        a proyectarse en forma sostenible en los mercados regionales y globales. |