| Este año la Organización Mundial del Comercio (OMC) tiene 
        un doble desafío. Deberían ser encarados simultáneamente: 
        concluir con la Rueda Doha y, a la vez, ser el ámbito institucional 
        en el que los países miembros examinen los impactos sobre el comercio 
        mundial, tanto de la actual crisis económica como de aquellas medidas 
        que se adoptan para enfrentarlas y que más pueden incidir en los 
        flujos de comercio. Su agenda 2009, incluyendo la relacionada con la Rueda Doha, estará 
        fuertemente condicionada por la evolución del comercio mundial 
        en los próximos meses. La razón principal es que, de concretarse 
        un escenario de recesión y deflación en las principales 
        economías, podrían acentuarse tendencias ya manifiestas 
        a distintas modalidades proteccionistas. Ellas podrían contribuir 
        a complicar aún más el actual cuadro económico global 
        (ver al respecto el e-book de Richard Baldwin y de Simon Evennet (eds) 
        y el artículo de Carolyn Deere, ambos mencionados en la sección 
        "Lecturas Recomendadas", incluida al final de este Newsletter). Al respecto, cabe tener presente que al iniciarse el 2009 tienden a confirmarse 
        los pronósticos más sombríos sobre los efectos que 
        pueden esperarse de la actual crisis económica mundial. Ellos ya 
        se notan en sectores claves de las economías de los países 
        del Mercosur. Los datos sobre la industria automotriz en el mes de diciembre 
        último son elocuentes. En la Argentina, según ADEFA, la 
        caída en la producción de vehículos fue del 47.3 
        % con respecto al mismo mes del año anterior. Y en el Brasil, según 
        ANFAVEA, la disminución en el mismo período fue del 54.1%. 
        Ello está afectando el intercambio sectorial entre los dos países.
 Pero el cuadro más alarmante proviene de los Estados Unidos. La 
        descripción de la situación que efectuó el Presidente 
        electo, Barak Obama, el 8 de enero al introducir su anuncio en Washington 
        de las medidas que propondrá al Congreso americano, es bien elocuente: 
        "We start 2009 in the midst of a crisis unlike any we have seen 
        in our lifetime - a crisis that has only deepened over the last few weeks. 
        Nearly two million jobs have now been lost, and on Friday we are likely 
        to learn that we lost more jobs last year than at any time since World 
        War II. Just in the past year, another 2.8 million Americans who want 
        and need full-time work have had to settle for part-time jobs. Manufacturing 
        has hit a twenty-eight year low. Many businesses cannot borrow or make 
        payroll. Many families cannot pay their bills or their mortgage. Many 
        workers are watching their life savings disappear. And many, many Americans 
        are both anxious and uncertain of what the future will hold. I don't believe 
        it's too late to change course, but it will be if we don't take dramatic 
        action as soon as possible. If nothing is done, this recession could linger 
        for years. The unemployment rate could reach double digits. Our economy 
        could fall $1 trillion short of its full capacity, which translates into 
        more than $12,000 in lost income for a family of four. We could lose a 
        generation of potential and promise, as more young Americans are forced 
        to forgo dreams of college or the chance to train for the jobs of the 
        future. And our nation could lose the competitive edge that has served 
        as a foundation for our strength and standing in the world" (ver 
        el texto completo en http://www.ft.com). 
       También son alarmantes los datos económicos de la Unión 
        Europea, que indican una recesión cada vez más intensa. 
        No es raro entonces que, según anunció la Comisión 
        Europea el 8 de enero, la confianza económica en los países 
        de la euro-zona haya caído al nivel más bajo de los últimos 
        24 años.  En tal contexto, es que crecen las señales de alarma con respecto 
        a distintas modalidades de proteccionismo que tienden a emerger. Algunas 
        de esas modalidades aprovecharían el margen que brindan los límites 
        a la discrecionalidad en sus políticas comerciales que los países 
        han asumido en la OMC. En muchos casos los techos existentes son muy altos. 
        Resultan de las diferencias existentes entre aranceles consolidados y 
        aplicados. Y también entre subsidios a la agricultura que se otorgan 
        y los que pueden otorgarse sin violar compromisos vigentes (ver al respecto 
        el artículo de Antoine Bouët y David Laborde, mencionado en 
        la Sección Lecturas Recomendadas. Ver también el artículo 
        de Simon Evenett, en el e-book de Baldwin y Evenett (eds) también 
        mencionado en dicha Sección).  Quizás el efecto más negativo de los sucesivos fracasos 
        en concluir la Rueda Doha consista, precisamente, en que se perdieron 
        oportunidades para bajar esos techos. Podría estar probando, una 
        vez más, aquello tan simple que nos recuerda José Saramago, 
        en su fascinante libro "El viaje del Elefante" (Alfaguara, Buenos 
        Aires 2008, página 180), sobre que "no sólo lo óptimo 
        es enemigo de lo bueno, sino también que lo bueno, por mucho que 
        se esfuerce, nunca llegará a los tobillos de lo óptimo". 
        En cierta forma, el recorrido tortuoso de la Rueda Doha puede recordar 
        a ese viaje del Elefante entre Lisboa y Viena! Otras modalidades pueden ser una consecuencia - no necesariamente deseada 
        - de medidas que en muchos países están aplicando para contrarrestar 
        los efectos recesivos de la actual crisis económica. Se originan 
        en políticas públicas, pero también en estrategias 
        defensivas de empresas que producen simultáneamente en diversos 
        países. El sector automotriz es un ejemplo. No es el único. 
        Si se acentuara la recesión, los efectos de una suerte de "sálvese 
        quien pueda" pueden alcanzar, como ya ocurriera en el pasado, niveles 
        peligrosos para el comercio mundial. Pueden incluso tener impactos desestabilizadores 
        en el plano político de países y de regiones. El sólo hecho que tal escenario sea factible, torna entonces más 
        importante preservar y fortalecer el sistema de la OMC. A través 
        de los sesenta años transcurridos desde su creación con 
        el GATT, uno de sus aportes principales ha sido el de introducir un cierto 
        grado de disciplina en las políticas comerciales de los países 
        miembros. Es lo que permite tornar previsibles las reglas de juego que 
        inciden en el intercambio mundial de bienes y de servicios. Beneficia 
        a los países con mayor poder económico real. Pero también 
        beneficia a países con una baja participación relativa en 
        el comercio internacional. Es el caso de la Argentina y también 
        el de sus socios en el Mercosur. La Rueda Doha sigue siendo un objetivo prioritario de la OMC (ver al 
        respecto la presentación del Director General, Pascal Lamy, al 
        Comité de Negociaciones Comerciales, el 17 de diciembre de 2008, 
        en el que además transmite su opinión sobre las otras prioridades 
        de la agenda 2009 de la OMC, en http://www.wto.org). 
        En diciembre pasado, los negociadores en Ginebra no pudieron cumplir con 
        el mandato de la Cumbre de Washington del G20. Había sido un mandato 
        muy explícito. Ello no contribuye a la credibilidad de los demás 
        compromisos allí asumidos.  Los pronósticos sobre que tal objetivo pueda alcanzarse en el 
        2009 son cautelosos. Para un cuadro más preciso al respecto se 
        esperan señales creíbles que surjan del nuevo gobierno americano. 
        Pero es obvio que no dependerá sólo de la posición 
        que adopten los Estados Unidos. En el plano del comercio internacional, 
        como en general de la actual crisis económica mundial, se requiere 
        un liderazgo colectivo que incluso puede trascender al G20 que se reunirá 
        nuevamente en Londres en abril próximo. Concluir con las actuales negociaciones comerciales significaría 
        enviar - a gobiernos, ciudadanos y empresas - señales positivas 
        para la eficacia del sistema, aún cuando los resultados que se 
        obtengan no se ajusten a los grados de ambición imaginados en el 
        2001 en Doha.  En todo caso, sería recomendable que sin debilitar tal objetivo, 
        los países enriquezcan la agenda 2009 de la OMC. Poner el acento 
        en las medidas de facilitación del comercio y de ayuda al comercio, 
        si bien necesario, puede no ser suficiente si es que el cuadro mundial 
        continúa deteriorándose.  Los efectos combinados de un probable y complejo escenario, en el que 
        no se pueda concluir la Rueda Doha y, a la vez que se acentúen 
        las tendencias a viejas y nuevas modalidades de proteccionismo, se multipliquen 
        los acuerdos comerciales preferenciales - que son discriminatorios por 
        sus potenciales impactos sobre el resto de los países -, tendrían 
        que tener en la OMC un foro activo de análisis y debate franco 
        entre todos los países miembros.  A tal efecto, dos mecanismos de trabajo ya existentes deben ser plenamente 
        utilizados. Sin ninguna innovación formal, permitirían extraer 
        todo el potencial de acción colectiva que resulta del actual sistema 
        jurídico e institucional de la OMC. Uno es el de la Conferencia Ministerial que corresponde celebrar este 
        año. No se reúne desde el 2005, aún cuando está 
        previsto que deba tener lugar cada dos años. No podría limitarse 
        a la Rueda Doha. Tampoco debería tener una agenda excesivamente 
        amplia. Pero tendría que permitir abordar el cuadro general de 
        los impactos de la crisis sobre el comercio mundial, incluyendo los que 
        se originen en políticas aplicadas por los distintos países 
        miembros. Su preparación debería canalizarse con distintos 
        tipos de reuniones informales a nivel ministerial. Lo esencial es que 
        participen activamente los países que más incidencia tienen 
        en los intercambios globales de bienes y de servicios. Unos treinta países 
        representan alrededor del 90 % del comercio mundial. El World Economic 
        Forum de finales de este mes de enero (http://www.weforum.org), 
        constituye una oportunidad para que los Ministros allí presentes 
        avancen ideas al respecto.
 El otro mecanismo de trabajo existente, es el de la revista general de 
        la evolución del entorno comercial internacional, previsto en el 
        punto G. del Anexo III de los Acuerdos de Marrakech. Hasta el presente 
        no ha sido plenamente aprovechado. Pascal Lamy, en su presentación 
        del 17 de diciembre al Comité de Negociaciones Comerciales, señaló 
        que (solo hay versión en inglés): "I believe that 
        the WTO has a particular responsibility to follow up on the trade measures 
        which been taken in the wake of the financial crisis; you all know that 
        I have set up an internal Task Force to produce regular updates of these 
        measures so that we have a better sense of the trade consequences of the 
        financial crisis. I am ready to report to you periodically on developments 
        on that front in writing
 I also believe it would be useful to provide a forum where this WTO 
        radar picture could be discussed collectively; I do not think we need 
        to reinvent the wheel so we could use one of the existing forums in the 
        house to this effect: the Trade Policy Review Body
". Ambos mecanismos de trabajo, especialmente si están combinados, 
        pueden brindar el ámbito para procurar en el ámbito de la 
        OMC, respuestas sistémicas a problemas que son colectivos. |