| Las nuevas realidades del poder económico mundial y los efectos 
        que sobre el comercio internacional ha tenido la actual crisis global, 
        son factores que actualizan la importancia de una cuestión relevante 
        tanto en el plano global de la Organización Mundial del Comercio 
        (OMC) como en el regional del Mercosur.  Su relevancia se acentúa por ser ambos ámbitos institucionales 
        con marcada incidencia en el desarrollo del comercio exterior argentino.
 Se trata de la cuestión sobre la relación entre los requerimientos 
        de adaptabilidad y flexibilidad en las reglas del comercio y de la integración 
        económica, con la de las necesarias disciplinas colectivas que 
        aseguren a los distintos protagonistas - países o empresas - un 
        grado suficiente de previsibilidad. Es una cuestión que por su 
        importancia ha sido abordada en este Newsletter en otras oportunidades 
        (ver los correspondientes a los meses de Junio de 2007 y de Agosto de 
        2008). 
 En el caso del Mercosur, en particular, es una cuestión fundamental 
        para el necesario clima de inversión productiva en función 
        del mercado ampliado. En efecto, cuánto menor sea el grado de certidumbre 
        sobre las reglas de juego como consecuencia, por ejemplo, de tendencias 
        a flexibilizar "de facto" los compromisos asumidos tan pronto 
        se producen situaciones de emergencia económica, quienes proyectan 
        invertir para ampliar o generar nueva capacidad productiva pueden tener 
        menor inclinación a hacerlo en los mercados de menor peso económico 
        relativo. Prever la continua adaptación a nuevas realidades así 
        como la flexibilidad ante contingencias, es entonces una exigencia para 
        la eficacia de las reglas de juego originadas en los acuerdos comerciales 
        internacionales.  También lo es para los métodos de trabajo plasmados en 
        sus respectivas instituciones y procesos de decisión. 
 De lo contrario, la dinámica de profundas transformaciones y las 
        recurrentes crisis, tanto globales como regionales - como las que se observan 
        en la actualidad -, pueden alterar el equilibrio de intereses nacionales 
        que sustenta cada acuerdo y sus reglas. Es tal equilibrio lo que permite 
        explicar la génesis de los respectivos acuerdos y de sus reglas 
        de juego. En concreto, se puede erosionar entonces el principio de reciprocidad 
        de derechos y obligaciones que está en la base misma de la arquitectura 
        jurídica del Tratado de Asunción (artículo 2°). 
        Es una erosión que puede tener por lo tanto claras implicancias 
        jurídicas y prácticas.
 Se ha señalado con razón que el vínculo asociativo 
        entre naciones dispuestas a cooperar en el campo del comercio internacional 
        o a integrar sus economías, se sustenta en una reciprocidad de 
        intereses que permite visualizar ganancias mutuas para todos los participantes. 
        Mantener tal equilibrio en forma dinámica a través del tiempo, 
        es la clave del éxito de esos acuerdos internacionales. Por el 
        contrario, la ruptura de los necesarios equilibrios resulta en una erosión 
        gradual pero persistente de la eficacia y legitimidad social del respectivo 
        ámbito institucional. 
 Cabe tener en cuenta que el Mercosur presenta actualmente un cuadro de 
        creciente deterioro. La precariedad de sus reglas de juego y los constantes 
        incumplimientos son factores que han contribuido a ello. Nadie lo ha reflejado 
        en forma más clara que José Mujica, el candidato a Presidente 
        del Frente Amplio en el Uruguay. Concretamente señaló que 
        "el Mercosur anda rengo y a la miseria". No es una opinión 
        aislada. Ni todo el mundo la expresa con tanta franqueza.  El hecho que la reciente Cumbre de Asunción y en especial la reunión 
        del Consejo del Mercado Común no concluyera con resultados significativos 
        - especialmente en relación al perfeccionamiento de la unión 
        aduanera - (ver la información sobre las decisiones aprobadas en 
        www.mercosur.int), incentiva a reflexionar sobre el futuro de la integración 
        regional en particular a la luz de las nuevas realidades internacionales. 
       Por cierto que no todo es negativo en la experiencia acumulada por el 
        Mercosur. Tanto en el plano político como en el económico 
        hay resultados concretos que ni los países ni sus empresas querrían 
        perder. Pero a pesar de ello suele predominar una sensación de 
        frustración. Quizás sea la contrapartida de la tendencia 
        a relatos generadores de fuertes expectativas. El exceso de diplomacia 
        mediática y de efectos especiales, puede conducir más temprano 
        que tarde a la sensación de fracaso, tan pronto se compara lo prometido 
        con lo producido. Retomando la expresión de Mujica, es posible sostener que la nueva 
        realidad internacional no deja lugar alguno para desaprovechar oportunidades 
        y, en ese sentido, el Mercosur -como ámbito de trabajo conjunto 
        de países y empresas de la región- no puede permitirse seguir 
        "rengo y a la miseria". Tal como fuera señalado en este 
        Newsletter del pasado mes de julio, para superar tal condición 
        puede ser útil entonces conocer las propuestas que tengan para 
        formular quienes hoy participan activamente en el intercambio comercial 
        y en las inversiones productivas que se concretan en su ámbito, 
        muchas veces gracias a los compromisos que los países ya han asumido. 
       La de la opinión de los empresarios sobre la integración 
        regional en el nuevo escenario internacional, fue precisamente una de 
        las cuestiones abordadas en el reciente II Coloquio Industrial de Córdoba 
        los días 27 y 28 de julio pasado, que tuvo como tema central el 
        de "Qué modelo industrial necesitamos para la Argentina de 
        los próximos años" (ver toda la información 
        sobre el Coloquio y las respectivas presentaciones en http://www.uic.org.ar/pagina.asp?id=1080). 
       Cabe tener presente, además, que el mencionado proceso de deterioro 
        también puede llegar a ocurrir en el caso de la OMC. Por más 
        que hoy parezca lejana, subestimar tal posibilidad sería muy riesgoso. 
        De allí la importancia de asegurar el éxito de la próxima 
        Conferencia Ministerial a realizarse en Ginebra a finales de noviembre, 
        así como la de avanzar en la conclusión de la Rueda Doha. 
        La próxima reunión ministerial informal a realizarse los 
        días 3 y 4 de septiembre en Nueva Delhi, a la que han sido invitados 
        unos 36 países miembros de la OMC, así como la Cumbre del 
        Grupo de los 20 que tendrá lugar en Pittsburg, Pennsylvania los 
        días 24 y 25 de septiembre (ver http://www.pittsburghsummit.gov/), 
        permitirán apreciar si existe suficiente voluntad política 
        para superar todos los obstáculos que aún existen a fin 
        de lograr el objetivo anunciado en ocasión de la pasada Cumbre 
        del G8 de L'Aquila, los días 8 al 10 de julio pasado, en el sentido 
        de concluir en el 2010 una Rueda Doha ambiciosa y equilibrada. En el sistema de la OMC, la mencionada tensión dialéctica 
        entre realidades y reglas de juego se manifiesta especialmente en dos 
        situaciones.
 Una es la de las transformaciones resultantes del desplazamiento del 
        poder económico relativo entre los países miembros de un 
        acuerdo comercial, que a veces suelen tardar años en tornarse evidentes, 
        pero cuando lo hacen alteran los mapas tanto de la competencia económica 
        internacional como de las negociaciones comerciales. Es lo que está 
        ocurriendo hoy en el plano global con el evidente resurgimiento de China 
        e India como protagonistas relevantes del comercio internacional, condición 
        adquirida también por otras economías emergentes. Lo concreto 
        es que las reglas y los métodos de trabajo de la OMC fueron diseñados 
        para un mundo que está desapareciendo vertiginosamente. Lo mismo 
        puede constatarse en el caso del Mercosur, dado los cambios que en la 
        región y en el mundo se han producido desde que fuera creado (ver 
        al respecto este Newsletter del mes octubre de 2008).
 La otra situación se presenta en períodos de crisis económica, 
        sea ella internacional o interna. En tales períodos, uno o más 
        países miembros de un acuerdo comercial necesitan adoptar medidas 
        defensivas para proteger sus intereses, las que eventualmente pueden entrar 
        en colisión con las reglas de juego vigentes.  La insuficiencia de válvulas de escape en el respectivo acuerdo 
        -tal el caso de la OMC- o su inexistencia -tal el caso del Mercosur (ellas 
        sólo están previstas al nivel bilateral entre la Argentina 
        y el Brasil, con el denominado mecanismo de adaptación competitiva 
        - MAC, que sigue sin entrar en vigencia) - pueden conducir entonces a 
        situaciones de abierta contradicción entre las medidas de emergencia 
        que se adoptan y los compromisos internacionales asumidos. Incluso en 
        tales situaciones, si fueran numerosas las medidas de emergencia que se 
        utilizan por parte de países miembros, es probable que los mecanismos 
        de solución de controversia puedan llegar a ser ineficaces. 
 De allí que sea acertada la selección del tema central 
        del reciente informe de la OMC sobre el comercio mundial (ver la referencia 
        en la Sección Lecturas Recomendadas. En su presentación, 
        Pascal Lamy, el Director General de la OMC, señaló: "La 
        elección del tema de este año para el Informe sobre el Comercio 
        Mundial es sumamente pertinente si se considera el desafío de asegurar 
        que los circuitos del comercio sigan abiertos a pesar de la adversidad 
        económica. Para la eficacia y la estabilidad de los acuerdos comerciales 
        es fundamental la adopción de medidas especiales bien equilibradas, 
        destinadas principalmente a hacer frente a una diversidad de situaciones 
        de mercado imprevistas. El Informe estudia esta proposición desde 
        varios ángulos".
 Concretamente el informe aborda la cuestión de la necesaria flexibilidad 
        de las reglas pactadas como "medidas especiales" (las salvaguardias, 
        las medidas anti-dumping y compensatorias, la renegociación de 
        los compromisos arancelarios, el aumento de los aranceles hasta sus niveles 
        máximos legales -las consolidaciones- y la utilización de 
        impuestos a la exportación) a fin de contemplar distintas contingencias 
        originadas en la evolución de la economía internacional. 
        
 El informe deja al lector con ganas de más. Hay preguntas que 
        convendría abordar en el proceso preparatorio de la próxima 
        Conferencia Ministerial del mes de noviembre. Una que merece atención 
        especial, considerando las tendencias proteccionistas que se observan, 
        es la siguiente: ¿son suficientes las válvulas de escape 
        previstas por las reglas de la OMC teniendo en cuenta los efectos de la 
        actual crisis global en particular en los países en desarrollo? 
        El informe tampoco aborda la cuestión de otras medidas especiales 
        que puedan requerirse para facilitar estrategias de inserción competitiva 
        en los mercados internacionales de países en desarrollo (tales 
        como las sugeridas por Dani Rodrik en su libro "One Economics Many 
        Recipes", Princeton University Press, Princeton and Oxford 2007). 
        Y, por cierto, queda fuera del objetivo del informe la cuestión 
        de la adaptación del propio sistema de la OMC a las nuevas realidades 
        globales, especialmente considerando los cambios en el poder relativo 
        entre los principales protagonistas del comercio mundial. Para preservar el equilibrio de intereses nacionales que sustenta a las 
        reglas de juego del comercio internacional, se requiere entonces adaptarlas 
        a las nuevas realidades y dotarlas de mayor flexibilidad frente a contingencias. 
        La OMC cuenta ahora con un primer diagnóstico técnico al 
        menos respecto de la cuestión de la flexibilidad. Además 
        tiene previsto un foro en el cuál los países podrán 
        debatir cómo abordar tales planos de acción. Es la ya mencionada 
        Conferencia Ministerial a realizarse en Ginebra a fines de noviembre. 
        Nada similar se observa en el horizonte del Mercosur. Sin embargo, un 
        debate en profundidad sobre la adaptación y flexibilidad de sus 
        reglas de juego, que no quede limitado a los gobiernos, parecería 
        ser indispensable si se quiere rescatar un proyecto de integración 
        que sigue teniendo un profundo sentido estratégico. |