| A la Argentina le corresponde ejercer la presidencia pro-tempore del 
        Mercosur en este primer semestre del año. Una pregunta central 
        surge al respecto: ¿cuál es el valor agregado en la construcción 
        del Mercosur que pueda resultar de este semestre en el cual el país 
        podrá tener un cierto liderazgo en el trabajo conjunto entre los 
        socios, especialmente teniendo en cuenta los profundos cambios que se 
        están operando, a la vez, en el plano global y en el regional? 
       Lo que ocurra hasta fin de junio, cuando se reunirá la periódica 
        Cumbre del Mercosur, no dependerá por cierto sólo de la 
        Argentina. Se sabe que la construcción de un espacio de integración 
        regional es una tarea colectiva que se puede nutrir de los aportes que 
        cada socio puede efectuar en función de su respectivo interés 
        nacional. Trabajar junto con ellos puede entonces ser fundamental para 
        definir los eventuales logros que se alcancen durante este período. 
        El futuro Canciller del nuevo gobierno del Uruguay ha avanzado, en tal 
        sentido, la disposición de su país de promover iniciativas 
        que faciliten la necesaria adaptación del Mercosur a las nuevas 
        realidades regionales y globales, como así también la de 
        los países miembros. Pero al ejercer la presidencia pro-tempore, 
        la Argentina tiene una posibilidad mayor de brindar el impulso político 
        que se requiere para avanzar y, en particular, para desatar nudos pendientes. 
       El Tratado de Asunción estableció que la participación 
        de los Presidentes en las reuniones del Consejo tendrá lugar "por 
        lo menos una vez al año" (artículo 11). Pero fue precisamente 
        la idea de asegurar un flujo continuo de suficiente impulso político 
        al más alto nivel político la que llevó, tan pronto 
        el Tratado fuera firmado, a prever que en cada período semestral 
        el trabajo de las instancias competentes que se desarrolla a través 
        de múltiples reuniones a veces casi semanales, culminara con una 
        Cumbre presidencial en el marco del propio Consejo del Mercosur. Desde 
        entonces así se ha hecho e, incluso, fue luego específicamente 
        establecido en el artículo 6º del Protocolo de Ouro Preto, 
        en 1994. En la idea de la frecuencia semestral influyó la propia 
        experiencia del período precedente de integración bilateral 
        entre la Argentina y el Brasil (1985-1990), durante el cual las reuniones 
        semestrales de los Presidentes fueron importantes para alimentar el impulso 
        político original. Por cierto que también influyó 
        el precedente que al respecto existía en el espacio regional europeo. Y es que se sabe que un proceso de integración multidimensional 
        (no limitado a lo comercial), complejo (los intereses de los países 
        no siempre coinciden y existen profundas asimetrías) y dinámico 
        (los contextos en el plano global, regional y nacional, están en 
        continuo movimiento), requiere del periódico impulso al más 
        alto nivel político. Coordinarlo es precisamente la responsabilidad 
        principal del país que ejerce temporalmente la Presidencia del 
        Mercosur y la de sus múltiples órganos de composición 
        intergubernamental. Ello es especialmente relevante en el caso de los 
        dos que tienen competencias que les habilitan a ser generadores de horas 
        de ruta y de compromisos concretos, en función de mandatos originados 
        en cada reunión semestral de Presidentes o por su propia iniciativa. 
        Tales órganos son el Grupo Mercado Común y la reunión 
        periódica de Ministros de Economía y Presidentes de Bancos 
        Centrales.  Los períodos de mayores progresos que ha tenido la construcción 
        del Mercosur en sus casi veinte años de funcionamiento, permiten 
        corroborar lo eficaz que puede resultar la dinámica que eventualmente 
        se desarrolle, durante el transcurso de cada semestre, entre el más 
        alto nivel político de cada país miembro y los dos mencionados 
        órganos. Es tal dinámica, en la medida que efectivamente 
        se produzca, la que puede conducir a que la reunión semestral del 
        Consejo con la participación de los Presidentes se traduzca en 
        hojas de rutas y en decisiones que permiten avanzar en el proceso de integración. 
       Dado el bajo perfil institucional que se le ha otorgado a la figura del 
        Secretario del Mercosur, es precisamente en relación a tal dinámica 
        de construcción de compromisos que el país que ejerce la 
        presidencia pro-tempore puede tener un amplio margen para incidir, con 
        sus iniciativas, en los resultados que se produzcan al concluir el respectivo 
        semestre. E incluso el hecho que no se le haya otorgado competencias sustantivas 
        al Secretario, es lo que acrecienta la responsabilidad que tiene el país 
        que ejerce la Presidencia Pro-Tempore de procurar que su período 
        culmine con un claro valor agregado en la construcción del Mercosur. Por lo menos tres tipos de prioridades caracterizan la agenda del Mercosur 
        en este semestre de la Presidencia argentina.  La primera se relaciona con el avance en cuestiones significativas que 
        han quedado pendientes de períodos semestrales anteriores. Las 
        principales son señaladas por los resultados de la última 
        reunión del Consejo del Mercosur realizada, bajo la Presidencia 
        uruguaya, en Montevideo en diciembre de 2009 (ver al respecto http://www.mercosur.int/, 
        que incluye el Comunicado Conjunto de los Presidentes de los países 
        miembros). Algunas llevan tiempo en la agenda. Sin perjuicio de otras, 
        se pueden mencionar como las más relevantes a las siguientes: el 
        tratamiento de las asimetrías existentes; el fortalecimiento institucional; 
        la aprobación del Código Aduanero del Mercosur; la eliminación 
        del doble cobro del arancel externo común y el mecanismo de distribución 
        de la renta aduanera, y el fomento de la integración productiva. 
        La experiencia ha demostrado que no es fácil lograr los necesarios 
        consensos en torno a ellas, ni traducirlos luego en el plano de la realidad. La segunda proviene de aquellas cuestiones que la Argentina, como país 
        que ejerce la Presidencia, propondrá a fin de que sean consideradas 
        y eventualmente aprobadas en la reunión del Consejo a realizarse 
        en el mes de junio y en la simultánea Cumbre Presidencial. En este 
        plano se abre un amplio espacio para iniciativas que surjan, no sólo 
        de otros países miembros - tal el caso ya mencionado del Uruguay 
        -, como también de los sectores productivos. Estos últimos 
        serán más efectivos en la que medida que resulten de su 
        interacción entre las contrapartes de los distintos países 
        del Mercosur, especialmente en el marco de la red de instituciones empresarias. 
        Un ejemplo de un planteo originado en el sector empresario y que podría 
        traducirse en iniciativas conjuntas de empresarios con inversiones en 
        varios países del espacio regional, lo da un reciente artículo 
        de opinión de Gustavo Grobocopatel, titulado "El Mercosur 
        es el camino seguro de nuestro progreso" (ver su texto en el diario 
        Clarín, Buenos Aires, lunes 15 de diciembre 2009, página 
        31, en http://www.clarin.com/). 
        Desde la perspectiva de un empresario que opera a escala de varios países 
        de la región, contribuye a poner de manifiesto la importancia del 
        espacio económico conjunto - al cual está estrechamente 
        vinculado Chile - para el desarrollo futuro de sus países miembros, 
        especialmente teniendo en cuenta las nuevas realidades internacionales. 
        En su artículo sostiene que "en tiempos de pugna entre lo 
        global y lo local, la opción regional es inevitable y benéfica". 
        Y agrega que "debemos armar una agenda común para crecer, 
        integrarnos y negociar mejor".  Y la tercera prioridad es la que resulta del hecho que en el mes de mayo, 
        en Madrid, se celebrará la Cumbre ALC-UE (ver al respecto nuestro 
        Newsletter del mes de diciembre de 2009 en http://www.felixpena.com.ar). 
        La Argentina y España - país que ejerce la presidencia temporal 
        europea - tienen una oportunidad y una responsabilidad principal en lograr 
        que, en tal ocasión, se puedan producir avances sustanciales en 
        la pendiente negociación de un acuerdo de asociación entre 
        el Mercosur y la Unión Europea. Por sus efectos de arrastre y por su impacto político y económico, 
        puede considerarse a esta última como la cuestión que probablemente 
        definirá la imagen del período argentino en el Mercosur. 
        Tanto el gobierno español como el argentino han dado señales 
        claras de su interés y disposición en lograr al menos avances 
        sustanciales en tal oportunidad. Tanto el Canciller del Brasil como el 
        futuro Canciller del nuevo gobierno uruguayo también se han expresado 
        en igual sentido. Hay nudos difíciles pero no imposibles de desatar para lograr 
        tal objetivo. Ellos son los que explican el colapso de las negociaciones 
        en octubre de 2004 (ver al respecto nuestro Newsletter de los meses de 
        abril, 
        mayo, 
        junio 
        y octubre 
        de 2004, en www.felixpena.com.ar). Pero el contexto ha cambiado mucho 
        desde entonces. Parecería haber ahora más posibilidades 
        de introducir flexibilidades, especialmente en relación a cuestiones 
        sensibles tanto en el plano de los productos agrícolas como de 
        los industriales. Para ello se requiere, tal como lo señalaron 
        los responsables del Foro Empresario Mercosur-UE (MEBF), cuando se reunieron 
        en Montevideo con los Presidentes de los países del Mercosur (ver 
        el texto del comunicado de los empresarios en http://www.mebforum.org) 
        tanto imaginación y creatividad técnica como voluntad y 
        energía política. Ofrecieron su colaboración. Habría 
        que aprovecharla. En el plano técnico, existen mecanismos compatibles con las reglas 
        de la OMC para resolver los problemas pendientes más agudos, gracias 
        a la flexibilidad del artículo XXIV del GATT-1994, sin que necesariamente 
        se generen precedentes inconvenientes para las otras negociaciones comerciales 
        internacionales de ambos bloques. Instrumentos de "múltiples 
        velocidades" y de "geometría variable" permitirían 
        abordar los nudos más sensibles. Las asimetrías existentes 
        entre ambas regiones y, en especial, dentro del propio Mercosur, requieren 
        su utilización. La inclusión de "cláusulas evolutivas" 
        permitiría además, introducir avances en las preferencias 
        que se otorguen inicialmente, una vez concluida la también demorada 
        Rueda Doha. Es en el plano político entonces, donde se requieren acciones 
        orientadas a tornar factibles las eventuales soluciones técnicas 
        que conduzcan al acuerdo bi-regional Mercosur-Unión Europea. Ello 
        conduce a formular la pregunta central que es: ¿están realmente 
        ambas regiones interesadas en concluir un acuerdo de asociación 
        que, sin ajustarse completamente a las ideas originales ni a lo que sería 
        recomendable con criterios de "libros de texto", permitiera 
        dar un salto cualitativo en estas relaciones transatlánticas, con 
        fuerte impacto en la imagen internacional tanto del Mercosur como de la 
        UE? Responder tal pregunta requiere colocar las relaciones entre ambas regiones, 
        en el marco más amplio de las cuestiones que dominan hoy la agenda 
        de la gobernabilidad global (entre las cuales, las que se abordaron en 
        la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático son un ejemplo 
        notorio: ver al respecto nuestro Newsletter del mes de enero 
        2010, en www.felixpena.com.ar).  Pero también requiere tomar en cuenta el hecho que nuevos protagonistas 
        tienen hoy una presencia creciente en el espacio sudamericano - tal el 
        caso de China -. No es éste un hecho que escape a la atención 
        de los empresarios europeos, especialmente con respecto al futuro de sectores 
        industriales en los cuáles tienen una presencia significativa en 
        los países del Mercosur - tal como el automotriz, entre otros - 
        y a la competencia internacional que podrá observarse en los próximos 
        años para participar con equipamientos, servicios e inversiones 
        en el desarrollo del enorme potencial que los países del Mercosur 
        tienen - especialmente, pero no sólo Brasil - en materia de producción 
        de alimentos y de hidrocarburos. Si la respuesta a la mencionada pregunta fuere positiva - y hay muchos 
        argumentos para que así lo sea -, lograr al menos avances sustanciales 
        en las relaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, como parte 
        de una estrategia más amplia y diversificada de inserción 
        internacional de sus países miembros, parecería ser entonces 
        una prioridad principal del período de la presidencia argentina 
        en el Mercosur. Eventualmente el proceso negociador podría culminar 
        en siguiente semestre, durante la presidencia que ejercerá el Brasil. Ello tendría un efecto positivo para la imagen del país, 
        en cuanto a su capacidad para contribuir, especialmente junto con Brasil, 
        Chile y Uruguay, a un liderazgo constructivo en el espacio sudamericano, 
        y en cuanto a su disposición de generar espacios de cooperación 
        inter-regional - en este caso con Europa, pero luego también con 
        otros grandes protagonistas del comercio mundial - que sean funcionales 
        a sus intereses estratégicos, sin perjuicio de contemplar sensibilidades 
        legítimas de sus sectores productivos. Brindaría además, 
        un marco apropiado para estimular respuestas creativas a otros nudos pendientes 
        en la construcción del Mercosur, e incluso en las relaciones bilaterales 
        entre países europeos y del Mercosur.  Y ello parece mas que necesario si es que fuera cierto que ninguno de 
        los socios, ni incluso el de mayor dimensión económica relativa 
        que es el Brasil, parecen tener un Plan B creíble al margen del 
        actual Mercosur, al menos tan pronto se introducen en el análisis 
        consideraciones no sólo económicas y comerciales, pero también 
        estratégicas referidas a la cuestión de la paz y la estabilidad 
        en el espacio geográfico sudamericano. |