| En ocasión de la VI Cumbre América Latina y el Caribe-Unión 
        Europea (ALC-UE) realizada en Madrid el 18 de mayo (sobre sus resultados 
        ver la Declaración de Madrid y el Plan de Acción aprobados 
        por los casi 60 Jefes de Estado y de Gobierno, en http://www.eu2010.es/ 
        o descargue 
        el documento aquí; para una amplia información sobre 
        las relaciones comerciales de la UE con América Latina y el Caribe, 
        y con el Mercosur, ver http://trade.ec.europa.eu/), 
        se ha anunciado el relanzamiento de las demoradas negociaciones entre 
        el Mercosur y la Unión Europea (UE) (ver el texto del Comunicado 
        Conjunto de la IV Cumbre UE-Mercosur en http://www.eu2010.es/ 
        o descargue 
        el documento aquí). Iniciadas diez años atrás 
        habían quedado estancadas tras el fracaso del intento de concluirlas 
        en octubre de 2004. Su objetivo es lograr un acuerdo de asociación 
        bi-regional (sobre las relaciones entre el Mercosur y la UE en las últimas 
        dos décadas ver varios trabajos que hemos publicado en nuestra 
        página Web - http://www.felixpena.com.ar 
        - y sobre el estado de la situación de estas negociaciones a partir 
        del fracaso del 2004, ver este Newsletter de los meses de octubre 2004; 
        febrero 2005; septiembre 2005; marzo 2006; mayo 2006; octubre 2006; junio 
        2007; octubre 2007; abril 2008; septiembre 2008; octubre 2009, y diciembre 
        2009).  De los tres componentes del acuerdo que se negocia, el que aparentemente 
        motivó ese prolongado estancamiento sería el comercial preferencial 
        (para un análisis de las negociaciones Mercosur-UE desde su comienzo 
        ver el artículo de Graciela Molle, "Negociación Mercosur-Unión 
        Europea", publicado en la Revista del Centro de Economía Internacional 
        de la Cancillería argentina, Mayo de 2008, número 11, páginas 
        95 a 119, en http://www.cei.gov.ar). 
        Según se suele sostener en los ámbitos negociadores, los 
        otros dos (diálogo político y cooperación) estarían 
        ya concluidos. Sin embargo ningún texto ha sido puesto en conocimiento 
        del público.  Se estima probable que se intente concluir con estas negociaciones bi-regionales 
        en el próximo mes de diciembre, al culminar el período del 
        Presidente Lula en el Brasil. Según el comunicado conjunto de la 
        Cumbre Mercosur-UE realizada el 17 de mayo "ambas Partes han hecho 
        hincapié en su compromiso por tratar de llegar a una conclusión 
        de las negociaciones sin demora. A primeros de julio a más tardar 
        tendrá lugar una primera ronda de negociación". En 
        ese momento la Argentina aún ejercería la presidencia pro-tempore 
        del Mercosur que luego pasaría a ser ejercida por el Brasil.  La suma de por lo menos tres factores podría explicar el que luego 
        de tan prolongado estancamiento, estas negociaciones sean reanudadas e 
        incluso que ellas puedan concluir en plazos cortos (de lo contrario cabría 
        imaginar que ellas no hubieran sido relanzadas al más alto nivel 
        político).  El primero es el hecho que tanto los gobiernos de Argentina y España 
        - en ejercicio de la presidencia conjunta de la Cumbre de Madrid - desarrollaron 
        una intensa acción política y diplomática orientada 
        a lograr tal resultado. Fueron quienes instalaron meses antes de la Cumbre, 
        una posibilidad que hasta pocos días antes de su concreción, 
        muchos visualizaban como remota e incluso como imposible. Los resultados 
        demuestran que fue una acción eficaz en el contexto de los otros 
        dos factores a mencionar. El segundo factor es la idea generalizada de que la Rueda Doha no ofrece 
        perspectivas realistas de ser concluida en plazos relativamente cortos. 
        Ello estaría estimulando a muchos países e incluso a la 
        UE, a procurar intensificar el desarrollo de su propia red de acuerdos 
        comerciales preferenciales, esto es, aquellos concluidos en el marco del 
        artículo XXIV del GATT-1994.  Y el tercer factor es la percepción de que en el contexto de una 
        profunda transformación del mapa de la competencia económica 
        global y de una crisis financiera que no parece haber producido aún 
        todos sus efectos, el protagonismo económico de China seguirá 
        acentuándose en el mundo en general y en América Latina 
        en particular. Ello es percibido como un fuerte desafío por parte 
        de muchas empresas que operan en la región - por cierto que por 
        las europeas pero incluso por las de la propia región -. Un sector 
        particularmente expuesto a la futura competencia china es el automotriz, 
        que en el Mercosur se ha caracterizado por una fuerte presencia europea. 
        Las inversiones y las demandas de equipos y bienes de capital que resultarán 
        de los grandes descubrimientos de hidrocarburos en el Atlántico 
        Sur - por ahora en la costa del Brasil - pueden ser otro de los motores 
        que impulsan del lado europeo el relanzamiento de las negociaciones con 
        el Mercosur y el interés por concluirlas rápido (sobre los 
        requerimientos de inversiones que resultarán de los descubrimientos 
        de nuevas fuentes de hidrocarburos en la costa del Brasil, ver el artículo 
        de José Sergio Gabrielli de Azevedo, mencionado más abajo 
        en la Sección Lecturas Recomendadas). Llegar a un acuerdo bi-regional UE-Mercosur no será algo fácil. 
        Se requerirá mucha voluntad política - y las señales 
        emitidas en Madrid pueden ser consideradas como positivas al respecto 
        - y de imaginación en el plano técnico, a fin de lograr 
        compromisos que impliquen un razonable equilibrio entre intereses por 
        momentos muy diversos. Los nudos a desatar son conocidos y están 
        suficientemente diagnosticados de ambos lados. Incluso algunos se han 
        puesto de manifiesto en las negociaciones de la Rueda Doha, lo que generó 
        vínculos entre la negociación bi-regional y la global multilateral. 
        La cuestión de los productos de la agricultura - incluso los procesados 
        - no es la única, pero recientes manifestaciones de países 
        miembros de la UE con fuertes intereses agrícolas ponen de manifiesto 
        que será necesario domesticar aún muchas resistencias - 
        reales o aparentes - si se desea llegar a un acuerdo.  Cabe tener en cuenta además, que no es ésta una negociación 
        aislada de otras, ni lo sería el acuerdo comercial preferencial 
        que eventualmente se logre. Por el contrario comprender en todas sus dimensiones 
        la negociación Mercosur-UE requiere vincularla - desde la perspectiva 
        de ambas regiones y de sus respectivos países miembros - con la 
        red de acuerdos que está impulsando la UE, sin perjuicio que un 
        enfoque más complejo requeriría también tener en 
        cuenta otras negociaciones, tales como las que han concluido o están 
        encarando los Estados Unidos y la propia China, e incluso países 
        de la región como es el caso del Perú que acaba de poner 
        en vigencia su propio acuerdo con China. En el marco de su estrategia global lanzada en el año 2006 (ver 
        al respecto, el documento "Global Europe", del 18 de abril de 
        2007, en http://trade.ec.europa.eu/ 
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        el documento aquí), la UE ha concluido también en Madrid 
        las negociaciones de acuerdos comerciales preferenciales - con diversas 
        denominaciones y formatos - con Colombia, Perú y Centroamérica. 
        Los textos aún deben ser terminados de pulir desde el punto de 
        vista jurídico y traducido a todos los idiomas oficiales de la 
        UE. Quizás por ello aún no son públicos. Luego deben 
        ser aprobados por los respectivos parlamentos - y eventualmente de otras 
        instancias competentes internas, como es el caso de Colombia en el que 
        debe intervenir también la Corte Constitucional (ver información 
        sobre el acuerdo en www.portafolio.com.co del 21 de mayo de 2010)- a fin 
        de que puedan ser ratificados y de que entren en vigencia. Todo ello puede 
        demandar aún cierto tiempo - entre uno y dos años en el 
        mejor de los escenarios -. A su vez la UE ha iniciado su primer negociación 
        con un país de la ASEAN - Singapur - y se ha señalado la 
        posibilidad de que la negociación con la India, iniciada en el 
        año 2007, pudiera ser concluida en octubre próximo (ver 
        información en la página http://www.ec.europa.eu/trade). 
       Conocer qué ha negociado la UE con los otros países latinoamericanos 
        y, en particular, qué se está negociando con la India, puede 
        ser de mucho interés para los negociadores del Mercosur. Por su 
        relevancia es la negociación con la India la que debe ser seguida 
        más de cerca. Incluye sectores como el agrícola, el automotriz, 
        el de textiles y vestimentas, y cuestiones como la de los servicios y 
        la propiedad intelectual, cuyo abordaje en el bilateral India-UE podría 
        ser útil para el bi-regional Mercosur-UE y viceversa.  Un aspecto que requerirá particular atención es el de cómo 
        se encara en ambas negociaciones la cuestión del requerimiento 
        de que la cobertura de un acuerdo de libre comercio abarque lo "esencial 
        del intercambio" (artículo XXIV - inc.8 del GATT-1994). Fue 
        un tema espinoso en la etapa negociadora Mercosur-UE que concluyera en 
        octubre de 2004. Quizás sea en la precisión sobre tal requerimiento 
        - esto es la definición de que se considera "lo esencial" 
        - donde puedan encontrarse claves para el grado de flexibilidad que podrían 
        tener los compromisos e instrumentos que se pacten en el acuerdo bi-regional, 
        si es que se aspira a lograr un razonable equilibrio de los diversos intereses 
        en juego. Llegar a tal flexibilidad puede ser más necesario aún, 
        tan pronto se considere que si la negociación bi-regional se concluyera 
        a fin de este año, sin dudas lo sería antes que se hubiere 
        podido cerrar la Rueda Doha. No hay una definición de qué debe entenderse por lo "esencial 
        del intercambio" a fin de apreciar la consistencia de un acuerdo 
        que establece una zona de libre comercio con las reglas del GATT. Se pueden 
        plantear criterios cualitativos o cuantitativos. De hecho muchas veces 
        se han avanzado propuestas al respecto, tanto por países miembros 
        de la hoy OMC como por especialistas. Pero no hay ninguna definición 
        que obligue a quienes negocien una zona de libre comercio. Y se sabe que 
        la eficacia de los procedimientos que se han establecido en el sistema 
        GATT-OMC para asegurar la consistencia de las distintas modalidades de 
        acuerdos comerciales preferenciales con los compromisos asumidos en el 
        plano multilateral, distan mucho de ser eficaces. De allí que en 
        el caso de las negociaciones de la India con la UE, haya especialistas 
        que sostienen que no es necesario exagerar la preocupación por 
        el requerimiento de lo "esencial del intercambio" e, incluso, 
        sugieren que en dicho acuerdo sectores importantes queden excluidos, concretamente 
        el agrícola y el automotriz (ver el libro de Sangeeta Khorana y 
        otros autores incluido en la sección Lecturas Recomendadas de este 
        Newletter, especialmente en las páginas 10 y 11, y en el capítulo 
        2). La construcción de un espacio comercial y económico preferencial 
        entre distintos países o regiones, no necesita tampoco concluirse 
        en una sola etapa, como sería el caso si efectivamente se requiriera 
        comprometer desde el inicio, que se llegaría a la liberación, 
        por ejemplo, del 90% del intercambio comercial de productos originarios. 
        Sería posible entonces, visualizar tal construcción como 
        un proceso gradual, en el que un primer stock preferencial - que pueda 
        ser presentado como "significativo" en una interpretación 
        válida del término "lo esencial" - sea luego incrementado 
        a través de la aplicación, por ejemplo, de distintas modalidades 
        de cláusulas evolutivas.  En el caso de un acuerdo Mercosur-UE, un proceso gradual de construcción 
        de un espacio preferencial bi-regional consistente con las reglas del 
        GATT, podría ser potenciado además si se incluyeran cláusulas 
        orientadas a vincular entre sí los distintos acuerdos que configuran 
        la red que está tejiendo la UE en la región a partir de 
        los que concluyera oportunamente con Chile y con México. Ello permitiría 
        brindar a empresas europeas localizadas en distintos países - por 
        ejemplo, Mercosur más Chile - condiciones más apropiadas 
        para desarrollar estrategias de integración productiva aprovechando, 
        además de las desgravaciones arancelarias, las mejoras que se sigan 
        logrando en el futuro en la calidad de la conexión física 
        de los distintos mercados. Y permitiría articular la estrategias 
        de comercio preferencial con las otras cuestiones de la cooperación 
        bi-regional que fueron incluidas en el plan de acción aprobado 
        en la Cumbre de Madrid, incluyendo entre otras, las referidas a la innovación 
        y desarrollo tecnológico, a la cohesión social, al cambio 
        climático, energía y bio-diversidad. ¿Es posible que una vez relanzadas las negociaciones Mercosur-UE 
        se dilaten en el tiempo, nuevamente queden estancadas o directamente fracasen? 
        Son ellos escenarios posibles, sea por las dificultades que existan para 
        desatar los nudos que aún están pendientes o por no lograrse 
        consenso sobre compromisos e instrumentos que sean suficientemente flexibles 
        y, a la vez, que sean consistentes con los requerimientos de la OMC. Los costos de no concluir con las negociaciones podrían ser esta 
        vez muy elevados. Si hay suficiente voluntad política y creatividad 
        técnica, difícil sería que un país o un sector 
        quisieran asumir las consecuencias de un fracaso. Una consecuencia podría 
        ser el que en lugar de un acuerdo bi-regional, se opte finalmente por 
        algo similar a lo que ha ocurrido con la Comunidad Andina de Naciones. 
        Al no poder avanzarse en la negociación conjunta, la UE optó 
        por cerrar acuerdos con dos países, Colombia y Perú, sin 
        perjuicio que luego se incorporen los otros, como de hecho podría 
        ser el caso de Ecuador.  Si eventualmente ello ocurriera en el caso del Mercosur, se podría 
        estar introduciendo un fuerte golpe a la idea fundacional de construir 
        un mercado común de profundo sentido estratégico y político, 
        y a su consecuencia natural que es precisamente la de negociar a partir 
        de un territorio aduanero único, sin perjuicio de las flexibilidades 
        que éste tenga, aprovechando los resquicios que brinda el artículo 
        XXIV, inciso 8, a, del GATT-1994. Un fracaso en la negociación 
        que no fuere atribuible a la UE, implicaría que en el Mercosur 
        se habría producido una fractura entre países dispuestos 
        a negociar y otros que no, cualesquiera que fuera la validez de los argumentos 
        que la expliquen. La resultante podría ser similar entonces a lo 
        que de hecho se ha producido en las negociaciones entre los países 
        andinos y la UE. En cierta forma, los altos costos políticos de un eventual fracaso 
        de las negociaciones UE-Mercosur, permite considerar que tanto a la relación 
        bi-regional, tras tan prolongado "noviazgo", como al propio 
        proceso de integración del Mercosur, le han llegado la hora de 
        la verdad. De allí que lo razonable es imaginar como posible y probable, 
        un escenario en el que se concluya bien un acuerdo bi-regional en el cual 
        ambas partes han invertido mucho capital político, como se reflejó 
        en los resultados de la Cumbre de Madrid. A mayor flexibilidad en los 
        planteamientos de los compromisos que se requerirán y de los instrumentos 
        que se aplicarán, mayores son las posibilidades que ese escenario 
        se logre, incluso antes de que concluya este año. Si así 
        fuere probablemente se abriría la puerta para negociaciones comerciales 
        con otros países, como los EEUU y China, que procurarían 
        también tener tratos preferenciales en sus relaciones comerciales 
        con el Mercosur. Y también sería más factible encarar 
        la re-ingeniería que aún requiere el propio Mercosur (ver 
        sobre algunas medidas recomendables este Newsletter del mes de noviembre 
        2009).  Tal escenario - evidentemente optimista - permitiría, por lo demás, 
        abordar con creatividad otras cuestiones pendientes de la relación 
        bi-regional - o que involucran a países de ambas regiones -, incluso 
        algunas de largo arrastre y de fuerte complejidad. Un acuerdo de asociación 
        estratégica bi-regional, como el que se procura, puede brindar 
        el espacio común y la oportunidad para abordar con imaginación 
        todas las cuestiones pendientes, aún las más sensibles y 
        complicadas. |