| El Mercado Común del cono Sur (MERCOSUR) y el posterior desarrollo 
        de la Iniciativa de las Américas, abren un nuevo horizonte cualquiera 
        que sea su, tamaño. En particular, la constitución de un 
        Mercado Común entre la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, así 
        como su propensión a crecer, constituyen un aspecto por si suficiente 
        para atraer la atención de aquellas empresas que tienen o pueden 
        desarrollar ventajas competitivas, sea en la producción de bienes 
        o en la prestación de servicios. Un acceso más fluido al 
        mercado norteamericano y al resto de las Américas acrecentará 
        aun más este cuadro. Implican también desafíos para las empresas, muy profundos, 
        originados en la capacidad de oferta de bienes y servicios dentro y fuera 
        del MERCOSUR que podrán desarrollar empresas de otros países 
        en los nuestros, Desafíos resultantes de la necesidad de adaptar 
        escalas de producción, calidad y organización a los requerimientos 
        de los nuevos mercados. Mercados que se están volviendo más 
        abiertos frente a terceros países, lo que incentivará la 
        presencia creciente de muchos competidores. En el caso del MERCOSUR, los próximos cuatro años serán 
        cruciales, sobre todo para el necesario ajuste de las empresas a las nuevas 
        realidades de los mercados ampliados. No es mucho tiempo. Pero puede ser 
        suficiente si se comienza a trabajar ya. Muchas empresas lo están 
        haciendo. O lo hacen desde que el Programa de Integración y Cooperación 
        entre la Argentina y el Brasil comenzó a delinear, en 1985, lo 
        que ahora comienza a ser una realidad. En primer requisito para la empresa que tiene interés en aprovechar 
        el MERCOSUR (pero también es válido para el resto de las 
        Américas) o que percibe, con razón, los requerimientos de 
        competitividad que este proyecto le planteará en su propio mercado 
        interno, es conocer el mundo de sus competidores. El conocimiento de los mercados de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, 
        y quizás mañana también los de Bolivia y Chile, será 
        un punto de partida indispensable para todo empresario que esté 
        dispuesto a competir en el MERCOSUR. Un segundo requisito será 
        trazar una estrategia de adaptación a las nuevas condiciones de 
        competencia creadas por el MERCOSUR. En mucho, no será para una 
        empresa un requerimiento diferente al que plantean, las nuevas condiciones 
        en los mercados mundiales en materia de transformación productiva 
        e inserción competitiva. Ha estrategia de adaptación llevará necesariamente a la 
        incorporación de nuevas tecnologías de producción 
        y de organización, para encarar las exigencias de mercados más 
        abiertos y competitivos. En muchos casos, tal estrategia conducirá 
        a la alianza con otros productores, en el propio mercado o en el de los 
        otros tres países. El MERCOSUR abre entonces enormes posibilidades. Enormes riesgos también 
        para quien opta por ignorar su existencia. No creer en las reglas de juego 
        que se están planteando puede ser una actitud basada, con razón, 
        en pasadas experiencias. Sin embargo, puede ser de alto riesgo si se toman 
        en cuenta los factores objetivos y las fuerzas profundas que están 
        operando detrás de la idea de integrar las economías de 
        los cuatro países. El MERCOSUR requiere de nuestros países articular un trabajo conjunto 
        entre empresarios, instituciones y los propios gobiernos, a fin de extraer 
        el provecho de todas las oportunidades y transformarlo en lo que debe 
        ser: una palanca para consolidar la renovación económica 
        y la modernización tecnológica de países cuyas sociedades 
        decidieron superar el peor riesgo, el de la obsolescencia, y un trampolín 
        para penetrar en forma competitiva todos los mercados mundiales, con bienes 
        y servicios que incorporen valor intelectual a los productos y a las habilidades 
        que nuestros países poseen. Organizarse y capacitarse para competir es, entonces, el gran desafío 
        que en cada una de nuestras naciones y en el MERCOSUR enfrentarán 
        por igual gobiernos, empresas y todos los sectores sociales. Es una tarea 
        de la nación en su totalidad que, a partir del Tratado de Asunción, 
        se transforma en una tarea de la subregión. Todo indica que los empresarios de la zona asumieron el desafío. 
        Desde la firma del Tratado de Asunción es intensa la actividad 
        empresaria orientada a informarse sobre los alcances del MERCOSUR y sus 
        implicaciones para las actividades productivas de cada país. Las 
        cámaras y demás organizaciones empresarias se están 
        organizando para participar intensamente en el proceso MERCOSUR. Un importante acuerdo de cooperación vincula a la Unión 
        Industrial Argentina y la Confederación de Industrias del Brasil, 
        abierto a la participación de la Cámara de Industrias del 
        Uruguay y la Unión Industrial del Paraguay. Por el convenio se creó una Comisión Empresarial que atenderá 
        "todos los aspectos referentes a la instrumentación del MERCOSUR 
        y a las negociaciones, oficiales que se realizan en su marco, así 
        como la evaluación periódica y permanente de la marcha del 
        proceso". Otro ejemplo es la constitución en Buenos Aires 
        de la Federación Argentina de Cámaras Binacionales que aspira 
        al establecimiento de una red de Cámaras Binacionales del MERCOSUR. 
        Estas iniciativas reflejan el interés de todo tipo de empresa, 
        de las grandes a las pequeñas, y están orientadas a apoyar 
        su activa participación en el MERCOSUR. Se manifiestan en casi 
        todos los sectores de la actividad económica. Pero son sin duda las empresas medianas y pequeñas las que requerirán 
        mayor apoyo a través de servicios de asesoramiento e "inteligencia 
        económica, que les permitan trazar estrategias de adaptación 
        y aprovechamiento del mercado ampliado, así como enhebrar alianzas 
        empresarias para sustentar en el MERCOSUR sus estrategias de penetración 
        de los mercados mundiales. Las "redes industriales", al estilo 
        de las desarrolladas en Europa, especialmente en Italia, que son verdaderos 
        pools de servicios tecnológicos, financieros, gerenciales y de 
        distribución para las pequeñas y medianas empresas, serán 
        quizás uno de los mecanismos que más podrán facilitarles 
        el aprovechamiento del MERCOSUR. Es probable que en el futuro inmediato surjan acciones empresarias más 
        agresivas aún, orientadas al desarrollo de redes subregionales 
        de cámaras empresarias y de instituciones prestadoras de servicios 
        especializados para el sector empresario, como por ejemplo, los bancos 
        y las firmas de asesoramiento económico y legal. En el caso de 
        las cámaras empresarias, un cobro razonable de los "certificados 
        de origen" (por ejemplo, uno por mil del valor de la respectiva operación 
        de exportación), permitiría obtener recursos genuinos que 
        requerirán las instituciones empresarias para mejorar sustancialmente 
        su capacidad de prestar servicios de apoyo a la participación de 
        los empresarios en el MERCOSUR. La experiencia internacional en materia de servicios que pueden prestar 
        las cámaras empresarias para facilitar la internacionalización 
        de las empresas medianas y pequeñas, y para facilitar su participación 
        en procesos de integración, es muy amplia. Una de las más 
        interesantes a examinar es la de la Confederación de las Cámaras 
        de Comercio e Industria del Asia y el Pacífico (CACCI). Facilitar 
        el conocimiento de estas experiencias puede ser un muy fructífero 
        campo de acción para programas de cooperación técnica 
        internacional y para agencias especializadas. Pero estas actividades de apoyo sólo pueden fructificar en el 
        ambiente de una actitud empresaria proclive al cambio y a la adaptación 
        a los desafíos de la competitividad internacional. En este plano 
        se juega la suerte de una iniciativa como el MERCOSUR. Supone por parte 
        de los empresarios el aprovechamiento de un cuadro macroeconómico 
        de estabilidad para encarar un sustancial esfuerzo de inversión 
        y de incorporación de tecnologías productivas y organizativas 
        que permitan alcanzar los niveles de productividad, eficiencia y calidad 
        necesarios para penetrar mercados mundiales cada vez más exigentes 
        y competitivos. Quizás lo más importante de la res-puesta empresaria al 
        planteamiento que los gobiernos hicieron con el lanzamiento del MERCOSUR 
        es, precisamente, la cantidad de firmas que están tomando posición 
        para extraer provecho del mercado ampliado. La multiplicación de 
        los casos de empresas que empezaron a operar a escala MERCOSUR será 
        una garantía de que el tejido de intereses favorables a la integración 
        tendrá suficiente densidad como para ser indestructible. Los gobiernos crearon el marco. Su signo es la desregulación de 
        las transacciones económicas subregionales. Deberá ser desarrollado 
        mediante la acción del Consejo del Mercado Común y del Grupo 
        Mercado Común. En conjunción con los procesos internos de 
        transformación económica y con otros instrumentos de inserción 
        competitiva en la economía mundial, tales como los que resultarán 
        en el plano hemisférico, de la necesaria evolución de la 
        Iniciativa de las Américas. Corresponde ahora a los empresarios desarrollar en tal marco sus estrategias 
        para aprovecharlo y para alcanzar así los niveles de competitividad 
        y excelencia que le requerirán crecientemente los mercados mundiales 
        e internos. |