|  La idea de una alianza estratégica bi-regional entre el Mercosur 
        y la Unión Europea ha sido, desde su lanzamiento valorada y apoyada 
        por los empresarios del Mercosur.  Ello ha sido así por el reconocimiento de la importancia significativa 
        que tiene para el desarrollo económico de los países del 
        Mercosur, su vinculación estrecha con uno de los espacios más 
        ricos e influyentes de la economía mundial.  Es la de la Unión Europea, además, la región con 
        la cual los países del Mercosur más relaciones económicas 
        han tenido desde su independencia como naciones.  Los países del Mercosur tienen con los de la Unión Europea 
        una larga historia común. Está nutrida de fuertes corrientes 
        inmigratorias de origen europeo que han contribuido a nuestro desarrollo 
        y a nuestra identidad como naciones.  Y en el pasado, pero también en las últimas décadas, 
        los países de la Unión Europea han sido fuentes de importantes 
        inversiones, de transferencia de tecnologías y de corrientes comerciales. 
        Muchas de las empresas que operan hoy en el Mercosur, se insertan como 
        filiales, como clientes y como proveedores, en numerosas redes de producción 
        y comercio que tienen como epicentro la Unión Europea. Muchas empresas 
        europeas tienen años de presencia en el Mercosur.  Ante los complejos desafíos que se plantean a los países 
        del Mercosur, en la difícil tarea de la consolidación de 
        la democracia, de la transformación productiva y de una mayor equidad 
        social, la alianza con la Unión Europea es visualizada como un 
        elemento positivo que puede contribuir al éxito ante tales desafíos.  Se puede visualizar la proyectada alianza estratégica, como una 
        empresa ambiciosa que debe estar marcada por el sentido del equilibrio 
        de intereses y por el reconocimiento de las desigualdades de dimensión 
        económica, y de grados de desarrollo, que caracterizan a ambos 
        lados del Atlántico.  El potencial de cooperación económica que incluye la idea 
        de la alianza estratégica, debe permitir además, capitalizar 
        la amplia experiencia europea en asistir la transición de países 
        hacia una mayor democracia, competitividad y cohesión social. En 
        tal sentido, es natural esperar que el componente cooperación económica 
        se integre plenamente a los otros dos componentes de la asociación 
        estratégica, que son el de la cooperación política 
        y el comercial. Son tres pilares indisociables de la idea fundacional 
        plasmada en 1995 en el Acuerdo Marco de Madrid.  Sin perjuicio de otras iniciativas, los empresarios del Mercosur han 
        canalizado su participación y apoyo a las actuales negociaciones 
        bi-regionales, a través del Foro Empresario Mercosur-Unión 
        Europea (MEBF). El Foro fue creado tomando en cuenta la propia experiencia 
        europea de mecanismos de diálogo empresario con otros países 
        y regiones, y también teniendo en cuenta la experiencia acumulada 
        por el Club Europa-Argentina, que fuera lanzado en 1992 por un grupo destacado 
        de empresarios e inversores argentinos y europeos.  En las reuniones plenarias del MEBF en Río de Janeiro, Mainz, 
        Buenos Aires, Madrid y Brasilia, y en numerosas jornadas técnicas, 
        los empresarios del Mercosur han elaborado junto con los empresarios europeos 
        y sus instituciones representativas, propuestas concretas en materia de 
        facilitación de negocios y en tres capítulos relevantes 
        de las negociaciones comerciales -comercio de bienes, inversiones y servicios-. 
       Son propuestas producto del consenso de los empresarios y orientadas 
        a efectuar contribuciones positivas para el desarrollo de las negociaciones. 
        Se han nutrido de frecuentes consultas técnicas con numerosas empresas 
        e inversores, que son protagonistas relevantes del intercambio comercial 
        entre el Mercosur y la Unión Europea. Muchos de ellos tienen significativas 
        inversiones en los países del Mercosur. Son parte de su destino. Tales propuestas se han nutrido, asimismo, de un frecuente e intenso 
        diálogo con los responsables de las negociaciones. Muchas de ellas 
        han sido incorporadas a las propias agendas de las negociaciones gubernamentales, 
        como es el caso concreto de las efectuadas en materia de facilitación 
        de negocios.  En la visión empresaria, la alianza estratégica bi-regional 
        es visualizada como parte integral de un esfuerzo más ambicioso 
        cuál es el fortalecimiento de un sistema comercial multilateral 
        global, concebido como lo fuera en Doha como un instrumento orientado 
        al desarrollo y a corregir profundos desbalances que caracterizan hoy 
        a la economía global. Los empresarios han compartido la idea que 
        tales desbalances deben ser atacados por el esfuerzo conjunto de todas 
        las naciones, en el marco de instituciones multilaterales, como la Organización 
        Mundial del Comercio. Es precisamente en el ámbito de la OMC donde deben resolverse 
        -tal como fuera acordado en Doha- los problemas más acuciantes 
        del comercio internacional. Algunos de ellos afectan profundamente los 
        intereses de los países del Mercosur, como así también 
        de la mayoría de los países en desarrollo. Explican muchos 
        de los problemas de pobreza e inequidad social que existen en el mundo 
        hoy. Otros son de fuerte interés de la Unión Europea y de 
        otros países industrializados.  La plena incorporación de la agricultura a las disciplinas de 
        la OMC y, en particular, la cuestión de los subsidios a las exportaciones 
        agrícolas y los apoyos internos a la producción, son aspectos 
        centrales de las actuales negociaciones comerciales multilaterales. De 
        su abordaje satisfactorio dependerá en gran medida, la posibilidad 
        de concluir con éxito la Rueda Doha. Se está generalizando 
        hoy la idea de que es una cuestión que no admite demoras en resolverse, 
        tan pronto se la encara desde el punto de vista de la racionalidad económica. De ello también dependerá la posibilidad de fortalecer 
        el sistema multilateral de la OMC, que es una cuestión de interés 
        común entre la Unión Europea y el Mercosur. Ambas regiones 
        valoran la idea de un sistema internacional más equilibrado, asentado 
        sobre regiones económicas fuertes y abiertas al comercio mundial. 
        La tentación al proteccionismo unilateral es hoy muy fuerte en 
        muchas latitudes. La experiencia histórica indica que no es lo 
        más conveniente para un buen clima de inversiones y de comercio 
        a escala global. En el pasado, incluso, ha producido reacciones en cadena 
        y erosionado las bases de sustentación de la paz en el mundo. Pero sin perjuicio de la importancia que se reconoce al ámbito 
        de la OMC para encarar cuestiones relevantes para el Mercosur, como es 
        la de la agricultura, es mucho lo que puede avanzarse al respecto en el 
        plano de la asociación bi-regional. Avanzar no significa necesariamente 
        resolver de una vez todo el espectro de problemas que se plantean en relación 
        a esta cuestión, como así también a otras relevantes 
        para unos y otros. En tal sentido, los empresarios del Mercosur han dado todo su apoyo a 
        las actuales negociaciones con la Unión Europea. Una amplia apertura 
        del mercado europeo para los productos agrícolas y en especial 
        para aquellos con mayor valor agregado industrial, es uno de los resultados 
        esperados por el Mercosur de las negociaciones en curso. Es una expectativa 
        razonable.  La Cumbre de Guadalajara será una oportunidad inmejorable para 
        dar a tales negociaciones el fuerte impulso político que se requiere 
        para culminar con éxito este año. Tal impulso político 
        es necesario para desatar los principales nudos que aún pueden 
        comprometer el resultado de las negociaciones. En el plano de la agricultura, como en el de los servicios, inversiones 
        y compras gubernamentales, el objetivo estratégico tiene que continuar 
        siendo ambicioso. La creación de una alianza estratégica 
        bi-regional debe, en tal sentido, fundarse en un razonable equilibrio 
        de intereses y en un avance sincrónico en todas las cuestiones 
        relevantes de la negociación. En la construcción de una asociación estratégica 
        entre dos regiones como son la Unión Europea y el Mercosur, se 
        sabe que el camino es largo y tiene que evolucionar constantemente a fin 
        de alcanzar su plenitud. Mucho es lo que habrá que seguir perfeccionando 
        una vez concluidas las actuales negociaciones. Lo importante es lanzar un proceso que permita potenciar el comercio 
        y las inversiones recíprocas. La experiencia de la Unión 
        Europea en sus acuerdos con otros países, constituye un elemento 
        fundamental en el trazado del camino futuro de la asociación bi-regional. 
       En tal sentido, lo fundamental es que el espacio de libre comercio que 
        se establezca, constituya un fuerte estímulo a la inversión 
        productiva en el Mercosur. Sectores para ello abundan, tanto en el plano 
        industrial, como en el de los servicios, la infraestructura física 
        y la energía.  Un papel protagónico corresponderá a las propias alianzas 
        empresarias y al desarrollo de redes de comercio y producción de 
        alcance transatlántico. El fortalecimiento de las pequeñas 
        y medianas empresas del Mercosur debe ser un resultado concreto de la 
        asociación bi-regional. Será ésta una óptica 
        fundamental para evaluar la relevancia futura del acuerdo que se logre. 
        Es lo que permitirá asociar la imagen de la alianza estratégica 
        bi-regional con la generación de empleo en los países del 
        Mercosur.  En los muchos sectores en que las empresas del Mercosur pueden desarrollar 
        ventajas competitivas, las inversiones, el financiamiento de reconversión 
        industrial, las tecnologías y la capacidad de gestión de 
        los países de la Unión Europea y de sus empresas, significarán 
        valiosas contribuciones. Ya lo han sido en el pasado. Con mayor razón 
        lo será en el marco de una alianza estratégica con claro 
        sentido político y profundo contenido económico. El propio Mercosur puede resultar fortalecido de su empeño por 
        aprovechar las ventajas y oportunidades que resultarán de la conclusión 
        de las actuales negociaciones. Es mucho lo que aún hay que hacer 
        para tornar al Mercosur en un espacio regional creíble y con proyección 
        internacional. La Unión Europea ha señalado con claridad 
        que ello es de su interés. Pero es un Mercosur abierto al mundo y no encerrado en sus fronteras 
        ni en ningún eje regional en particular. Por el contrario, el Mercosur 
        participa hoy de negociaciones comerciales en múltiples frentes, 
        incluyendo el hemisférico en el ALCA y el sudamericano en el marco 
        de la ALADI.  Son todos ellos frentes negociadores orientados a generar un denso tejido 
        de acuerdos internacionales, que permita mejor competir con bienes y servicios 
        desarrollados en los países del Mercosur. Los acuerdos de asociación 
        ya concluidos con Chile, Bolivia y Perú, y el acuerdo con la Comunidad 
        Andina, apuntan a esa dirección. Son acuerdos que necesitan aún 
        perfeccionarse y profundizarse. La conclusión del acuerdo con la 
        Unión Europea será un poderoso estímulo para así 
        hacerlo.  La consolidación del Mercosur y su densa red de acuerdos internacionales, 
        que incluirá asimismo países del Asia, África y Oceanía, 
        contribuirán a la mayor estabilidad política y desarrollo 
        económico de sus países miembros, con el consiguiente impacto 
        en el espacio sudamericano.  Ello generará un horizonte propicio a las inversiones de origen 
        europeo y al emprendimiento conjunto entre empresas del Mercosur y de 
        la Unión Europea, orientados a penetrar no sólo los propios 
        mercados, pero también y sobre todo, los mercados mundiales. China y su nuevo potencial económico, ofrece un amplio espacio 
        de complementación con las economías del Mercosur. América 
        del Sur y su riqueza energética y su capacidad de producción 
        de alimentos, constituyen un ámbito natural para la proyección 
        de inversiones europeas en el Mercosur. Los acuerdos preferenciales que 
        se están concluyendo y negociando con otras naciones en desarrollo, 
        como la India y África del Sur, contribuirán asimismo a 
        acrecentar el interés europeo en el Mercosur y el interés 
        del Mercosur por asociarse estrechamente con la Unión Europea. 
        En el plano hemisférico la concreción del ALCA, ampliará 
        aún más el horizonte de expansión de la capacidad 
        productiva de los países del Mercosur. La presentada es por cierto una visión optimista. Pero sólo 
        con tal espíritu parece posible enfrentar los enormes desafíos 
        de gobernabilidad, de competitividad y de cohesión social que enfrenta 
        hoy los países del Mercosur. No son necesariamente más complejos 
        que los que se presentan en países de Europa del Este y del Mediterráneo, 
        de fuerte interés estratégico para la Unión Europea. 
        Hay aquí un amplio campo de intercambio de experiencias y de aprendizaje 
        recíproco. Es mucho lo que puede aportar la Unión Europea al Mercosur. Pero 
        también es mucho lo que puede obtener de una alianza bi-regional 
        con una de las regiones que, a pesar de sus conocidas dificultades, continua 
        siendo un polo atractivo para la inversión productiva y una plataforma 
        razonable de proyección hacia los múltiples horizontes de 
        la economía mundial. Quizás es por ello que los empresarios del Mercosur evaluarán 
        con cuidado los resultados que produzca la Cumbre Unión Europea-América 
        Latina de mayo 2004 en Guadalajara. |