| Desde el 2007 la India y la Unión Europea (UE) están negociando 
        un Tratado de Libre Comercio. El objetivo sería ahora firmarlo 
        pronto. Quizás en el 2011. En diciembre próximo, en una 
        Cumbre bilateral, se espera poder anunciar avances sustanciales en la 
        negociación e incluso, concluirlas. No será fácil. 
        Han existido diferencias sobre cuestiones significativas, entre otras, 
        las relacionadas con la propiedad intelectual, el desarrollo sustentable 
        y el acceso de trabajadores de la India a la UE. Es una negociación comercial relevante. Por el tamaño de 
        los dos mercados sumados (1.500 millones de habitantes que representan 
        un quinto de la humanidad) y por el protagonismo que ambos tienen en la 
        economía global. La relevancia está acentuada por el hecho 
        que la India es crecientemente percibida como una de las grandes economías 
        emergentes que pertenece al mediático conjunto BRIC. Y también 
        por desarrollarse simultáneamente con las negociaciones del Mercosur 
        con la UE. Van por carriles separados. Difícil es, sin embargo, 
        que no existan implícitos vasos comunicantes entre las dos mesas 
        negociadoras. Unos y otros observarán -o al menos sería 
        recomendable que así lo hicieran- con lupa los contenidos que se 
        pretenden incluir en ambos acuerdos y, en particular, cómo se encararán 
        las cuestiones más sensibles en términos de acceso a los 
        mercados y de los respectivos marcos normativos. En especial estarán 
        atentos a las flexibilidades que se logren o que habrá que aceptar. Una cuestión que sale a la luz en un informe recién conocido 
        merece atención (publicado por el Corporate Europe Observatory, 
        a principios de este mes). Contiene varios desdoblamientos interesantes 
        del tema central reflejado en su título (How big business 
        is driving the EU-India free trade negotiations). Pero uno sobresale. 
        Es el que se refiere a la transparencia en el proceso negociador. O, mejor 
        aún, a la falta de transparencia. Señala al respecto la 
        preocupación que se ha expresado por distintos organismos de la 
        sociedad civil -especialmente en Europa- sobre el hecho que se estaría 
        encarando con muy baja visibilidad una negociación que podría 
        tener en la India efectos negativos sobre la actividad industrial, el 
        empleo y modos de vida, el acceso a servicios y a las medicinas, y que 
        podría privarle de instrumentos importantes para sus políticas 
        de desarrollo económico y de cohesión social. Presentan 
        evidencias sobre la falta de acceso que el público y sus organizaciones, 
        e incluso los políticos y parlamentarios, tienen sobre los textos 
        que se están negociando. Constatan que no se disemina en páginas 
        Web información precisa sobre lo que se negocia. Y señalan 
        la paradoja que ello significa tratándose de una negociación 
        entre dos grandes democracias. La de la transparencia y del acceso a los textos que se discuten, es 
        una cuestión que también habrá que tener presente 
        en el caso de las negociaciones del Mercosur con la UE. Otro precedente 
        que permite entender la relevancia de la cuestión es que, hasta 
        ahora, no han sido publicados los textos de los acuerdos de asociación 
        que la UE ha concluido en mayo pasado con Colombia y Perú, y también 
        con los países centroamericanos. No es una cuestión menor 
        si se tiene en cuenta que este tipo de negociaciones comerciales producen 
        ganadores y perdedores. La falta de acceso oportuno a información 
        relevante para defender sus intereses, podría significar que empresas, 
        productores, consumidores, trabajadores y diferentes sectores sociales, 
        especialmente los más desprotegidos, queden del lado de los perdedores. |