| La distinción entre "nosotros" y "ellos" es 
        de la esencia de un proceso de integración entre naciones vecinas. 
        Más aún si optaron voluntariamente por desarrollarlo a través 
        de alguna de las variantes de unión aduanera que tolera el sistema 
        GATT-OMC. Que es por cierto bastante ambiguo en su definición de 
        lo que caracteriza tal instrumento. Es una distinción que se refleja en la garantía de preferencias 
        para el comercio de bienes que eventualmente y con el tiempo puede extenderse 
        a servicios, mano de obra, compras gubernamentales, propiedad intelectual, 
        inversiones, marcos regulatorios. La UE lo ha hecho. Incluso ha avanzado 
        hacia una unión monetaria entre algunos de sus países miembros, 
        la que está hoy en crisis. Pero como señala el Financial 
        Times del 9 de mayo, el "mercado único" europeo dista 
        de estar completo. Quizá nunca lo esté. Los de integración 
        no son procesos que sigan definiciones de libro de texto ni de otras experiencias 
        históricas. Son incompletos, imperfectos, en continua adaptación 
        a nuevas realidades. Pero es difícil que los países que se asocian toleren que 
        uno de los miembros diluya las preferencias otorgadas entre sí 
        a través de acuerdos con otros países. En el caso del Mercosur, 
        por ejemplo, los socios se han comprometido explícitamente a negociar 
        juntos preferencias arancelarias con terceros países. En su libro 
        sobre las negociaciones bilaterales de libre comercio con los Estados 
        Unidos que intentaron llevar adelante los gobiernos uruguayos, de Jorge 
        Batlle primero y luego de Tabaré Vázquez, Roberto Porzecanski 
        ("No voy en tren. Uruguay y las perspectivas de un TLC con los Estados 
        Unidos -2000-2010", Montevideo 2010) cita la reacción que 
        tuviera el entonces canciller del Brasil en una entrevista en el El País 
        de Montevideo del 12 de enero de 2006. Dijo el embajador Celso Amorim: 
        "Sería imposible que un socio del Mercosur negocie individualmente 
        acuerdos comerciales, a menos que pretenda dejar el bloque, decisión 
        sobre la cual no fuimos informados". No fue éste el único 
        caso en la corta historia del Mercosur. El "nosotros" y "ellos" cala hondo en las razones 
        profundas que llevan a naciones vecinas a trabajar juntas en el desarrollo 
        de la idea de integración. Incluye por cierto lo comercial y más 
        aún lo económico. Pero penetra a fondo en las razones políticas 
        y estratégicas que han conducido, tanto en Europa como en el Mercosur, 
        a privilegiar la lógica del trabajo conjunto y cooperativo -preservando 
        identidades y soberanías nacionales- por sobre la de la fragmentación 
        y la divergencia sistémica. No excluye conflictos. Pero implica 
        un pacto para domesticarlos. Son razones que están presentes en el debate sobre el futuro de 
        la UE. Lo que está en juego es saber si mantendrán esa distinción 
        entre nosotros y ellos. Por la historia larga saben cuáles son 
        los costos de abandonar la idea del trabajo conjunto y cuán fácil 
        es despertar viejos fantasmas aún cuando hubieran sido enterrados 
        hace más de cincuenta años. Pero también se observan en los debates sobre el futuro del Mercosur. 
        Aún cuando pueda tener razón el presidente Mujica al afirmar 
        que "está rengo y a la miseria", él mismo ha señalado 
        que es preferible convivir con sus imperfecciones -tratando, por cierto, 
        de ir superándolas en una continua metamorfosis- que confrontar 
        la opción de su fracaso. Al más alto nivel político 
        en los países miembros siempre se ha tenido claro que no hay "plan 
        B" razonable. Que el fracaso de este emprendimiento conjunto o su 
        retroceso a fórmulas que implicarían renegociar todo de 
        nuevo, tal el caso de una zona de libre comercio, reabriría eventualmente 
        el camino hacia un barrio de inferior calidad. Podría poner en 
        juego todo lo que se ha avanzado en un cuarto de siglo en campos sensibles 
        de las relaciones entre algunos de sus países miembros, tal el 
        caso de la cuestión nuclear. De allí que no sea fácil de entender la lógica de 
        la propuesta que según la prensa española el canciller García-Margallo 
        intentaba llevar adelante. Concretamente era la idea de que la UE excluya 
        a la Argentina de las negociaciones birregionales iniciadas hace más 
        de diez años. O que eventualmente concluya un acuerdo bilateral 
        con el Brasil. ¿Fue sólo un globo de ensayo? ¿Fue 
        producto de un conocimiento poco profundo de la realidad sudamericana? 
        ¿Fue no conocer la definición que el propio Amorim diera, 
        cuando era canciller, de lo que significaba el Mercosur para el Brasil? 
        Dijo en Davos en 2008, ante una pregunta de sus colegas de otros países: 
        "Para nosotros el Mercosur es sinónimo de paz y estabilidad 
        política en América del Sur". Tanto en la UE como en el Mercosur hay algo que en general se comprende 
        bien al más alto nivel político -pero también por 
        la ciudadanía-: con la calidad del barrio, no se juega. Es quizá 
        la reflexión más profunda que motiva esa iniciativa del 
        canciller de España. DICHOS Antes de la visita que hizo a Brasil la semana última, el ministro 
        español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, 
        anunció que propondría a las autoridades del vecino país 
        la posibilidad de seguir negociando un acuerdo de asociación entre 
        la UE y el Mercosur sin la Argentina a raíz del caso YPF. "Para 
        alcanzar un acuerdo de asociación hay que cumplir las reglas del 
        juego. Y es evidente que en este momento la Argentina no parece cumplirlas", 
        dijo. El canciller de Brasil, Antonio Patriota, aseguró al día 
        siguiente a su par argentino, Héctor Timerman, que pensar en una 
        negociación comercial entre la UE y el Mercosur sin la Argentina 
        "es inconcebible". |